El mercado de pases comenzó y en Colo Colo ya buscan a sus refuerzos. Uno de ellos es Luciano Cabral. El todavía jugador de Coquimbo Unido es el chiche del fútbol chileno y no son pocos los que buscan sus servicios. Es que, tras estar en prisión por la participación en un homicidio en Argentina, el mendocino renació y resurgió para volver a brillar dentro de una cancha de fútbol y mostrar todo el talento que lo catapultó, un día, a ser considerado como el nuevo Juan Román Riquelme.
Nacido en la cantera de Argentinos Juniors y mientras era jugador de Athletico Paranaense, la vida de Luciano Cabral daría un giro inesperado en la noche del 1 de enero de 2017. De regreso en su ciudad natal para pasar las fiestas de fin de año junto a su familia, se vio involucrado en un confuso incidente que terminó con la muerte de Joan Villegas en lo que, algunos portales trasandinos apuntan, fue una especie de ajuste de cuentas.
José Cabral, padre de Luciano, se declaró como el único culpable de la muerte de Villegas. De hecho, en el juicio, confesó que lo mató a palos, pero que fue en defensa de su hijo, que fue atacado en primer lugar por la víctima. Es más, la familia reiteró en varias oportunidades que Luciano recibía amenazas por parte de Joan Villegas, incluso, que pedía dinero a cambio de no hacerle daño al jugador de fútbol cada vez que iba a visitar a los suyos.
Manchas de sangre en su zapatilla fue la prueba suficiente del tribunal para declarar como culpable a Luciano Cabral de homicidio simple. Nueve años y medio de prisión para el futbolista, mientras que su padre y su primo, recibieron 16 y ocho años respectivamente. La sentencia se dio justo en el momento en que el jugador quería volver a brillar dentro de un campo de fútbol, sin embargo, quedó tras las rejas por un periodo en que tuvo que aprender a convivir con el miedo, con las recriminaciones por lo sucedido y con la culpa de lo poco o mucho que hizo en aquella situación.
La vida de Luciano Cabral en la cárcel
“Soy inocente, no entiendo por qué se me acusa de esto. Tengo miedo a lo que me pueda pasar acá en la cárcel”, dijo Cabral en una entrevista exclusiva a la que pudo acceder Canal 13 en su momento. Desde el mismo penal, el volante aseguró que inventaban cosas y que, si bien estuvo en la pelea, “no fueron mis golpes los que terminaron con la muerte de la víctima”.
Lo cierto, es que en la cárcel de San Rafael, Cabral recibió las visitas de sus ex compañeros. Además, se entrenaba con un preparador físico con el objetivo de seguir en forma. Es que, en lo más profundo de su ser, pese a que en variadas ocasiones señaló que su carrera estaba terminada en un 80%, seguía con la ilusión viva de volver a pisar una cancha en un estadio lleno de gente. Por mientras, se contentaba con jugar en el patio del penal, cuestión que tampoco fue fácil.
“Allá adentro jugué tres años. Teníamos muy poco tiempo de patio, porque la cárcel estaba superpoblada en su momento y teníamos una hora a la semana. Y cuando salíamos, éramos 60 o 70 personas que queríamos jugar a la pelota en una canchita. Entonces, se tenía que ganar como sea, dijo a La Tercera en su momento.
La vida se vivía al límite y, por lo mismo, Luciano Cabral se cuidaba. Por eso, pese a que el fútbol es su mayor pasión, seguía jugando, pero en otro puesto. Según su relato, “cuando me vi más cerca de los beneficios, empecé a atajar para cuidarme de lesiones y golpes, porque allá adentro no hay árbitro ni nada. Aunque me moría de ganas de jugar”.
La segunda oportunidad en la vida de Luciano Cabral
Fueron más de cinco años de reclusión en la cárcel hasta que por fin pudo ver la luz del día. Producto de su buena conducta y participación en distintos talleres, recibió el beneficio de la libertad condicional en el último trimestre de 2022. Su fin era claro: volver a brillar con un balón en los pies.
Así, una vez libre, Luciano Cabral recibió una mano de su club formador. Dirigentes de Argentinos Juniors lo autorizaron a utilizar las instalaciones de la institución para recuperar su forma física y ritmo de competencia, mientras esperaba su gran segunda oportunidad. Y llegó. Luego de algunos meses, el talentoso volante de 29 años fue contactado por Coquimbo Unido, club con el que volvió a ser genio y figura, cuestión que despertó el interés de Colo Colo, en lo que sería el salto más grande de su carrera.
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