Hoy es un día especial. Es el primer día que tiene Colo Colo para comenzar a renacer y dejar atrás dos años pésimamente trabajados (con una afortunada excepción del título 2009). Las experiencias adquiridas en este tiempo, donde sufrimos derrotas humillantes, con goleadas jamás imaginadas o con remontadas dolorosas en nuestra propia casa, lo más seguro es que serán bien capitalizadas por un cuerpo técnico de categoría mundial como es el que tenemos y que ha esperado, desde que llegó, el momento de trabajar armando un equipo que sientan como propio.
Ha llegado el momento de salir adelante (algo que muchos venimos deseando hace bastante tiempo), pero para eso hay que evitar cometer los errores del pasado, fallos que en el último tiempo han sido tan repetitivos que da la sensación de que Colo Colo se acostumbró a tropezar siempre con la misma piedra. Para eso hay que empezar a hacer las cosas bien, como siempre debió haber sido.
Primero que todo hay que evitar traer jugadores rellenos y comenzar a buscar verdaderos refuerzos. Y parece que vamos bien encaminados. Se sacó al nefasto Baquedano y se nombró a Jaime Pizarro como gerente técnico, algo que en primera instancia da la seguridad de que no se incorporarán jugadores que en otros tiempos nunca hubiesen tenido la oportunidad de ponerse la camiseta del “Popular” salvo comprándola en alguna tienda. En esta ocasión hay opciones de sumar seis nuevos jugadores por reglamento y la lógica dice que esta vez deberían hacerlo bien, pero para eso la dirigencia tendrá que meterse las manos al bolsillo. Ojalá lo entiendan.
También hay que darle más opciones a los jugadores de casa. Ellos son los llamados a llenar de espíritu colocolino a un plantel que parece no entender lo que es Colo Colo y todo lo que implica vestir la alba, ya que en el último tiempo nuestro equipo ha perdido la identidad y la mística. Llegó la hora de recuperarlas y en eso juegan un rol fundamental los jugadores que llevan el indio en el pecho desde chicos. No puede volver a ocurrir que se jueguen partidos sin tener un solo “canterano” entre los titulares. Eso, para un equipo grande como Colo Colo, es imperdonable.
Por otra parte el cuerpo técnico va a tener que hacer un trabajo físico excepcional para mejorar un equipo que con suerte resiste 60 minutos jugando en un nivel profesional para después ser arrasado por cualquier conjunto capaz de correr los 90 minutos. Esa mejora física de paso evitará las malditas lesiones musculares que complicaron en los últimos meses al Tolo Gallego, quien nunca pudo repetir una formación, algo fatal para cualquier equipo, ya que se necesita jugar un buen número de encuentros para comenzar a funcionar colectivamente y no depender de las individualidades como ocurrió en el 99% de los partidos jugados.
Por último, y no por eso menos importante, llegó la hora de que los dirigentes dejen de vendernos humo con dichos tan falsos como: “vamos a armarnos para pelear la Copa Libertadores” o “nos estamos armando para pelear en todos los frentes”. Porque la realidad ha mostrado siempre lo contrario y los hinchas no somos tontos. Nos aburrimos de que nos metan el dedo en la boca. Queremos y exigimos a un Colo Colo que sea un gusto ir a ver al estadio (algo fundamental para que la gente vaya nuevamente al Monumental, sobre todo hoy en día donde se pagan precios altísimos que no van de acuerdo al espectáculo) y que nos asegure que irá a pelear cuanto campeonato se les cruce por delante (sí, queremos las Copas Chile e incluso las ridículas Copas Gatos, no queremos que las mitómanas nos ganen en algo, nunca).
En conclusión, queremos tener nuevamente a nuestro Colo Colo valiente, fuerte y grande, al que le corra la sangre altiva y tenga un noble corazón. Porque sólo con eso su nombre volverá a vibrar desde el mar a los Andes. Como siempre debe ser.
¡Viva Colo Colo mierda! Hoy comienza una nueva oportunidad para hacernos más grandes y sé que no la vamos a desperdiciar.