Año 2001, Sebastián Rozental se cubrió de shampoo su rubia cabellera, pero repentinamente el agua de la ducha dejó de caer. Habían cortado el suministro del Estadio Monumental, tampoco había luz y la sede de Cienfuegos estaba tomada por el no pago de remuneraciones ¿Qué pasaba?

El club había tocado fondo, estaba sin dinero y el caos se apoderaba de la institución más ganadora del país. Se da a conocer a la opinión pública la solicitud de quiebra para el Club Social y Deportivo Colo Colo

Ni los títulos ni el amor de sus millones de hinchas podía evitar la sentencia de bancarrota impuesta por la jueza Helga Marchant aquel 23 de enero de 2002 ¿Por qué? la Asociación Chilena de Leasing interpuso una demanda por el no pago de letras de 59 millones de pesos, de un total de 270 millones.

La jueza decretó la incautación de todos los bienes del Cacique y cesó de sus funciones a los directivos del club. Poco tiempo después, se designó como síndico de quiebras a Juan Carlos Saffie, hombre de gran trayectoria en la materia y que estaba enfrentando el desafío más importante de su vida.

Pese a lo oscuro que era el panorama, Colo Colo logró seguir siendo competitivo con pocos recursos, donde afloró lo mejor de la cantera que se supo complementar con experimentados identificados con la institución como Marcelo Espina, Marcelo Barticciotto, Manuel Neira, Héctor Tapia y Sebastián González.

Los dos últimos tuvieron que partir para hacer caja, aunque dicha situación sirvió para que irrumpieran nuevos valores y de los 21 jugadores que conformaban el plantel, 14 eran formados en las inferiores albas.

Aquel plantel le brindó a los hinchas la estrella 23, una de las más emotivas de la historia del Popular y que maquillaban el desastre institucional que se vivía en aquellos días.

El resto es historia conocida. La insolvencia del club terminó con el desembarco de Blanco y Negro para controlar los destinos de Colo Colo, entidad que rige el club hasta la actualidad.