La historia de Javier Correa en Colo Colo no tuvo un inicio fácil. Si bien, desde un comienzo mostró sus credenciales, el arco se demoró en abrírsele y no fue hasta el partido con Everton que pudo celebrar por primera vez. Luego, anotó ante Cobresal y frente a Universidad Católica, en lo que fue un verdadero desahogo para el delantero trasandino.
Así lo reconoció el mismo. En diálogo con En Cancha, Coco recordó el partido ante Los Cruzados y comentó que el triunfo, que fue gracias a su gol, era necesario porque “nos ponía de vuelta en la pelea por el título, y por eso lo viví así. En los clubes grandes, como dijo (Ariel) Holan una vez, no recuerdan partidos, recuerdan títulos, y esos goles te acercan a esos objetivos”.
Más allá de sus ganas de anotar, reveló que “si lo hubiese hecho (Guillermo) Paiva, lo habría gritado con la misma intensidad, porque el objetivo es mayor a quién haga el gol. Los tres goles que llevo son circunstanciales”. Pese a eso, su deseo era tal que le dijo a sus compañeros, entre broma, que “si no hacía un gol ante Cobresal, agarraba mis cosas y me iba a Argentina. Se reían los chicos, sobre todo el Torta Opazo. Estaba loco por marcar”.
Y es que el ariete es muy exigente consigo mismo. De hecho, confesó que se dice “‘dale loco, ponte las pilas’ ahora que me quedan como tres o cuatro goles para llegar a los 100 en mi carrera. No es fácil, pero es un objetivo que tengo. Salvo Messi que tiene 800 goles, para el resto, que somos de línea media, no es sencillo. Por ejemplo, a mí no me dio para jugar en Europa, es la realidad, no me dio el físico ni la cabeza, no sé qué más no me dio, pero reconozco que no me dio”.
El desahogo de Javier Correa tras sus goles en Colo Colo. | Imagen: Photosport.
La brutal confesión de Javier Correa sobre su carrera
Más allá de todo y lo que pueda dar en Macul, Correa tiene claro que sus capacidades no eran las suficientes para dar el salto en Europa. Sin embargo, reconocer las debilidades y limitaciones lo transforma en una gran fortaleza para afrontar de mejor manera sus desafíos.
Según su punto de vista, “darse cuenta de eso y admitirlo no es fácil. Yo hasta los 24 o 25 años creía que podía alcanzar todo, pero llegaba a un club y no jugaba. Ponían a otro compañero y me apartaban. Yo decía: “Pero, la pu.. madre”. Un día con Fernando Gago en Racing, su ayudante, Roberto Lucci, me preguntó por qué no jugué en Europa y me empezó a enumerar todas mis cualidades. Le pegas con la izquierda, con derecha, cabeceas bien, eres potente, eres corajudo, te entrenas bien. Y le respondí: ‘No me dio, profe’. No me dio simplemente. Se lo dije teniendo 28 o 29 años.
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Por último, explicó su frase de que los partidos le sabían a mierd*, tras otro encuentro sin poder anotar. Al respecto, comentó que se debió a “que yo no dejo de pelear por mis cosas. A ver, el otro día ganamos con gol de Peluca (a Audax Italiano), y me vine contento a mi casa. Pero obviamente me hubiese gustado hacer el gol a mí, porque tuve dos ocasiones y no las pude aprovechar. Es contradictorio, pero soy más feliz cuando los goles los hago yo. Es difícil explicarlo, pero hay que vivirlo, es lo que siento”.