Colo Colo recibió la visita de Alianza Lima por la tercera fecha de Copa Libertadores en un partido que terminó empatado a un tanto. En la previa, Jorge Almirón sorprendió a todos con una inédita formación en la que pobló el mediocampo con cuatro volantes con Gonzalo Castellani, Leonardo Gil, Arturo Vidal y Vicente Pizarro.
Sin embargo, el Vicho realizó funciones mixtas. En fase defensiva, se unía a la línea de zagueros y se paró, prácticamente, como un lateral izquierdo. En ataque, se posicionó en el mediocampo e, incluso, se animó por momentos a pasar y ganar línea de fondo, tal y como lo acostumbran a hacer los carrileros.
El partido del canterano del Cacique fue más bien correcto. En los primeros 20 minutos, fue un actor protagonista de los ataques Albos y cautivó con su sacrificio. Siempre con su buen pie, Pizarro fue un desahogo constante en la salida de los defensores para concentrar las acciones en el mediocampo por su sector gracias a su criterio. Incluso, hubo momentos en que se olvidó de sus labores para aportar en el volumen ofensivo.
En el retroceso, también estuvo atento. Mostró velocidad para ir a las coberturas por su espalda y, cuando le ganaban, fue lo suficientemente inteligente para darle instrucciones a sus compañeros para que lo auxiliaran, sobre todo a Esteban Pavez y a Maximiliano Falcón. Además, en los tiros de esquina, por momentos se posicionó como el último hombre, aunque, con el correr de los minutos, se paró en la salida del área para recepcionar la segunda pelota.
Vicente Pizarro mostró personalidad en Colo Colo
Si bien se ve como una persona tímida, en la cancha saca a relucir la jerarquía que le es propia. De hecho, siempre se mostró, quería ser protagonista sin esconderse. Incluso, a los 41 minutos no dejaba de abrir los brazos para que jugaran con él y se enojó cuando no lo buscaron, algo que repitió a los 18 del segundo tiempo. Minutos más tarde, también sufrió con el juego brusco y fue víctima de una fuerte infracción en tres cuartos de cancha cuando se disponía a gambetear a un rival.
Es tal la estampa que tiene y sus ganas de demostrar que es alternativa que, por momentos, no tuvo problemas en ir a marcar personalmente a un experimentado y corpulento Hernán Barcos en el área del Cacique.
Con el correr del segundo tiempo, por razones casi obvias, bajó su rendimiento. Apareció cada vez menos en ataque producto del cansancio propio por haber recorrido la banda en una función a la que no está acostumbrado. Así, sólo se erigía como alternativa de pase, pero sin genera mayor peligro en momentos donde el partido pedía con urgencia un cambio de ritmo.
Así llegó el minuto 27 del segundo tiempo. Jorge Almirón se dio cuenta de la necesidad de imprimir velocidad por dicho sector y decidió hacer ingresar a Lucas Cepeda. ¿El que salió? Vicente Pizarro bajo una ovación más que merecida.