Agustín Orión: Un arquero que recibe cuatro goles no pudo haber tenido una buena tarde, aunque no haya tenido responsabilidad directa en los tantos. Quizás pudo evitar que el rebote le cayera a uno de Everton en el primero pero hizo lo correcto al manotear a un costado.
Matías Zaldivia: Una sombra comparado al que fue ante Corinthians. Soltó a Rubio en el primero, lo vio pasar en el segundo tratando de hacer el relevo. Bajo.
Claudio Baeza: Si bien jugó torneos completos como defensor central, nunca lo hizo de libero salvo ante Palestino en el primer semestre con Guede, pero el DT lo sacó de inmediato de ahí rotándolo con Insaurralde. Erró un tiro libre a favor en la jugada donde parte el primero de Everton, la perdió dos veces y quedó fuera de foco en el inicio de la acción del segundo. De ahí pasó al mediocampo.
Felipe Campos: Tuvo directa responsabilidad en el tercer gol de Everton, donde dudó en meter el pie y lo madrugó Rubio por la espalda. No coordinó nunca las basculaciones con sus compañeros.
Óscar Opazo: Por su banda pasó mucho Óscar Salinas, quien dañó ganando línea de fondo en más de una ocasión. Arriba no pudo desequilibrar como acostumbra.
Benjamín Berríos: Metió el ollazo en el primer descuento de Paredes, donde lo capturó Lucas Barrios. Pero poco más. Bajo aporte ofensivo para ser una alternativa a Jorge Valdivia y tampoco pudo ayudar a neutralizar el mediocampo de Everton.
Esteban Pavez: Algo pasado de revoluciones desde el primer tiempo, donde tuvo un entrevero con Rubio. Primer partido completa que juega desde su regreso y quizás la falta de fútbol le pasó la cuenta. Metió el derechazo que se transformó en el segundo descuento de Paredes, aunque dejó la sensación de buscar el arco en vez del pase.
Damián Pérez: Por no dejarla salir propició una segunda jugada que terminó en gol de Everton. Cuando Colo Colo pasó a jugar con línea de cuatro, Juan Cuevas le comió constantemente la espalda.
Jorge Valdivia: No la pudo tomar y al no tener una tarde iluminada, Colo Colo prácticamente no generó fútbol. Las opciones ofensivas del Cacique parecen estar demasiado conectadas con el nivel que presente el Mago en cada partido y eso habla de carencia de variantes.
Lucas Barrios: No pudo aguantar, pivotear y tampoco generar peligro, salvo la pelota que le bajó a Paredes para el 3-1 parcial.
Esteban Paredes: El que más intentó y logró marcar dos descuentos que, al final, sirvieron más para que se acercara al récord de Chamaco. Algo “positivo” dentro de todo.
(45’ET) Brayan Véjar: Ingresó como interior izquierdo pero no pudo desnivelar nunca. Además, por ahí siguió pasando Cuevas y luego Ramos.
(75’) Gonzalo Fierro: No se explica mayormente el ingreso de un lateral derecho por otro cuando Colo Colo jugaba con cuatro atrás que por el cansancio del Torta Opazo. No iba a hacer un gran desnivel con cuatro goles adentro teniendo que recorrer la banda completa.
(80’) Iván Morales: Entró como un avemaría para sumar gente en ofensiva sin mayor respaldo, pero casi no la tocó.
DT Héctor Tapia: Con las inclusiones de Damián Pérez, Lucas Barrios y Esteban Pavez formó un plantel que, al menos para el Campeonato Nacional, debería alcanzar sobrando. Pero cada partido que pasa queda más la sensación de que Colo Colo depende de sus 11 titulares y que, además, estén en una jornada iluminada. Faltan un par de piezas y el equipo flaquea de inmediato, a tal punto que cualquiera, incluido el colista del torneo, lo puede pasar por arriba. Es cierto que Claudio Baeza y Felipe Campos no son especialistas, pero hicieron torneos completos jugando en el fondo, no es un puesto que desconozcan en la medida que tengan mecanizados ciertos movimientos en bloque. De hecho, el mejor Murci se vio cuando fue stopper por izquierda, pero hoy no vio una, como todo el bloque posterior. Cambió a medio camino por un 4-3-1-2 con interiores pero no logró ni que el Cacique fuera más sólido atrás (le hicieron dos goles más después de la modificación) ni que se llegara con contundencia arriba. Lo del cansancio es cierto e innegable, pero el equipo que presentó era para, al menos, mantener un partido parejo con un equipo prácticamente desahuciado y que se perdía estaba condenado al descenso como Everton. Ojo con el objetivo que puso Marcelo Espina, porque si bien en la Copa Libertadores el panorama ha sido auspicioso, no servirá de mucho si en 2019 no se juega y está quedando peligrosamente lejos esa clasificación, más tomando en cuenta en que se botó una vía de entrada como la Copa Chile al jugar con juveniles la ida con Ñublense.