El viernes 22 de noviembre se estableció un punto de quiebre en las chances del retorno del fútbol chileno. Hinchas de la barra brava de Colo Colo invadieron el Estadio Bicentenario de La Florida, y obligaron a la suspensión del encuentro entre Unión La Calera y Deportes Iquique, desatando el divorcio entre la ANFP, Sifup y el gobierno.
Danilo Díaz afirmóen su columna en El Mercurio que el hecho es grave y ameritaba una autocrítica por parte de los estamentos que representan al Popular: “En esta locura que hemos vivido faltó un pronunciamiento fuerte de Colo Colo y su club social sobre la conducta de sus barristas al interrumpir el partido entre La Calera e Iquique”
Además se mostró sorprendido porque ninguno de los otros equipos denunció el hecho: “Si el directorio o alguno de los asociados los denunciaba al Tribunal de Disciplina los albos arriesgaban una sanción contundente. Como siempre no hubo grandeza”
Díaz además hizo un duro diagnostico de la actitud de los presidentes de los clubes: “En Quilin, lo que apreciamos en cada definición relevante o de largo aliento es la presencia de 32 hijos únicos, capaces de sacarse los ojos o generar alianzas temporales en busca de un objetivo común. Lo que sucede en esas reuniones es la reprensentación de la sociedad chilena que surgió desde la implementación del modelo socioeconómico que hoy cuestiona nuestra democracia”.
“Los dirigentes locales no entienden el malestar de la sociedad chilena que se levantó el 18 de octubre. En estas cirscuntancias lo que demandaba era un mínimo de sentido común y de solidaridad. Primó lo primero para campeón a Universidad Católica, pero no hubo un atisbo de generosidad y criterio deportivo con el decano del fútbol nacional (Santiago Wanderers). Porque con el 90% de los partidos disputados los ‘caturros’ merecían el ascenso”.