Que fue orquestada, que estaba escrita, que Sebastián Piñera estaba detrás, que hubo mala administración, dobles contratos, que los dirigentes le pusieron ruedas al club y se lo llevaron para sus casas, que no fue debidamente investigada y que no debió pasar.

Como sea, el hecho concreto es que hace exactamente diez años, el 23 de enero de 2002, la jueza titular del 22º Juzgado Civil de Santiago, Helga Marchant decretó la quiebra del Club Social y Deportivo Colo Colo.

La gota que rebalsó el vaso fue una deuda contraída con Alianza Leasing por el hasta el día de hoy poco celebre marcador electrónico del lado sur. Colo Colo le debía 50 millones de pesos al ese leasing (al club ya ningún banco le prestaba dinero) y se protestó un cheque por cuatro millones, no había fondos y nadie quiso asumir de su bolsillo la deuda y el 17 de diciembre, esta empresa solicitó la quiebra.

¿Cómo se llega a eso?

Actualmente hay muchas versiones, cada una del lado que le conviene a cada parte.

Los directivos de aquella época hoy afirman que esto fue una maniobra orquestada por los tres poderes del estado, el Judicial que declaró la quiebra, el Legislativo que despachó la ley de sociedades anónimas (proyecto encabezado por el entonces senador Sebastián Piñera) y finalmente el Ejecutivo encabezado por Eduardo Frei que finalmente firmó la famosa ley.

Otra defensa de Dragicevic, Vergara y compañía apunta a que nunca fueron enjuiciados y encarcelados por la bancarrota colocolina. Aunque en estricto rigor, la quiebra nunca se investigó en tribunales.

En su defensa, el ex presidente afirma hasta el día de hoy que el patrimonio de Colo Colo superaba largamente la deuda y que es imposible que una corporación privada sin fines de lucro quiebre. Mientras su eterno asesor culpa a la televisión y al negocio del CDF de precipitar la fallida.

Por otro lado, los detractores de quienes dirigieron a Colo Colo en la época, apuntan a una pésima administración, sindicando como responsable directo a Peter Dragicevic.

Opositores a su gestión apuntan a que nunca soportó no haber sido él, el presidente que recibiera la Copa Libertadores y tras ganar las elecciones del `94, se propuso como meta, ganarla de nuevo.

En ese afán, Dragicevic comenzó a armar planteles poderosísimos, recordados hasta el día de hoy, con Ramírez, Espina, Barticciotto y Basay como estandartes, pero con sueldos elevadísimos para la realidad chilena. Todo cambiaba si la Copa volvía al Monumental.

Pero no fue así y la planilla alba superaba los 350 millones de pesos mensuales –sin contar los dobles contratos que según jugadores de la época sí existieron-. La plata para llegar a fin de mes no se generaba y las deudas empezaron a llegar y a “acogotar” al Cacique.

Luego del exitoso ’98 a nivel local, la estrategia de Dragicevic siguió siendo la misma: lograr una segunda Copa, llegaron Gamboa, Rozental, se trae de vuelta a Marcelo Espina desde el Racing de Santander, la inversión y los sueldos son altísimos, pero los resultados no acompañaron.

La apuesta terminó pasando la cuenta y finalmente decretando la quiebra. Los trabajadores, al igual que los jugadores tuvieron que demandar al club para ponerse a la fila de los acreedores y poder cobrar. Muchos se fueron a otros clubes y sólo se quedaron Marcelo Barticciotto, Marcelo Espina y Raúl Muñoz, el resto del plantel, puros juveniles encabezados por el “experimentado” Sebastián González.

La incertidumbre

Nadie sabía qué iba a pasar con Colo Colo. Se hablaba que iba a desaparecer, que el Monumental, la sede y el teatro se rematarían para pagar las deudas, principalmente con el fisco. El Monumental se salvó, pero la sede y el teatro fueron liquidados, de hecho, hasta el día de hoy se pelea en tribunales la recuperación del inmueble de Cienfuegos 41.

En este panorama se decreta la continuidad de giro del Club Social y Deportivo Colo Colo a cargo del síndico de quiebras Juan Carlos Saffie, quien sería el encargado de administrar el club.

Se organizaron muchos partidos, los jugadores viajaban por todo Chile haciendo amistosos, no era extraño ver al Cacique, por ejemplo jugando contra la selección de Los Vilos o Illapel. Todo sea por hacer caja.

También se organizó una “Colotón” con el fin de recolectar dinero para pagar los 22 mil millones de pesos que sumaba el pasivo albo. Con la famosa colecta se juntaron poco más de 200 millones que alcanzaron sólo para pagarle el sueldo al síndico.

La ¿solución?

Mientras el club seguía con continuidad de giro, se buscaban varias soluciones, algunos socios propusieron la idea de vender asientos del Monumental con el fin de hacer la plata de la deuda, otros, como el síndico Patricio Jamarne, postulaban la opción de vender los activos del club y la corporación.

Pero lo cierto es que, mientras esas ideas se manejaban en la prensa, los dirigentes de la época, Cristián Varela, Luis Baquedano y la asesoría del ex presidente Eduardo Menichetti, estaban fraguando entregar el club a una gerenciadora que administrara el club.

La idea era seguir el modelo de Racing Club de Argentina que concesionó su club a Blanquiceleste S.A. (que posteriormente quebró). La gran diferencia es que en el contrato de la “Academia” se estipulaba que la corporación seguía viva y que recaudaría por cada venta hecha de algún jugador formado en casa. En Colo Colo eso no ocurrió, se redactó un contrato leonino donde los únicos beneficiados serían los inversionistas de esta empresa concesionaria y no el club.

La aprobación para que se produjera la llegada de una gerenciadora a controlar Colo Colo ocurrió en la asamblea de socios del 2004. En aquella oportunidad, los socios fueron invitados a sufragar “a mano alzada” por el presidente del Club Social y Deportivo, Cristián Varela, el mismo que gobierna hasta el día de hoy.

El hombre de Chilefilms, ordenó levantar la mano a los “que no quieren que Colo Colo desaparezca” y esto se tomó como una aprobación por parte de la Corporación y sus socios para concesionar el club por 30 años a Blanco y Negro S.A. que llegó a dicha asamblea con la promesa de hacer cambios profundos y con la figura de Mirko Jozic como gerente técnico.

El resto de la historia es conocida, lanzamiento en la bolsa y llegada de Mirko a la Gerencia Técnica. El DT Campeón de América estuvo a cargo pocos meses, hasta que se enojó por la venta de Arturo Sanhueza al Atlante de México y renunció. Semanas después, Sanhueza regresa al club.

El primer presidente de Blanco y Negro, fue precisamente Cristián Varela, luego lo sucedieron en el cargo Gabriel Ruiz-Tagle, Guillermo Mackenna y Hernán Levy. Por la Gerencia General desfilaron los nombres de George Garcelon, Sabino Aguad y actualmente Álvaro Romero.

En la actualidad, el mapa colocolino presenta por primera vez una oposición política a la actual Corporación del CSD Colo Colo que ocupa hoy una figura decorativa en la mesa directiva de Blanco y Negro.

La misma oposición ha sido la encargada de velar porque el contrato de concesión se cumpla (aunque esto es tarea de la Corporación), cosa que hoy sucede con varios bemoles por parte de la gerenciadora, como el punto de los socios, pues, según contrato, Blanco y Negro S.A. se compromete a fomentar que éstos crezcan en número y beneficios, cosa que no está ni cerca de ocurrir.

¿Cómo recuperar el CSD?

Últimamente se ha escuchado mucho este tema, pero las soluciones que se plantean al respecto son pocas. Para que Blanco y Negro se vaya, debería, en primer lugar, quebrar, así, la Corporación recuperaría la administración del club.

Otra forma, es revisando el contrato de concesión, si este efectivamente no se cumple, Blanco y Negro se va, además pagando una indemnización.

La vía política es una opción, aunque a medias, pues, aunque la oposición gane las elecciones del CSD, logrará sólo dos puestos en el directorio, de nueve vacantes. Se seguiría con minoría.

Finalmente, con dinero, si los accionistas minoritarios se juntan entre todos y nombran a un representante distinto a Larraín Vial, podrían sumar más cupos en el directorio.

Lo otro, es derechamente, crear una cooperativa que se encargue de comprar acciones y con el dinero que se recaude voluntariamente, se compren acciones y para poder tomar el control de la S.A. que administra los destinos del club.

A diez años de la quiebra las facciones del club siguen divididas y esta situación tensa se agudiza con la crisis futbolística del 2011 para el olvido y que no está partiendo mejor este año.

Foto: Copesa