El pasado 5 de junio históricos albos asistieron a una cena de conmemoración de los 33 años de la Copa Libertadores que obtuvo Colo Colo en 1991. Eso sí, no fueron todos, puesto que algunos no pudieron asistir por compromisos laborales, como es el caso de Rubén Martínez, actual entrenador de Constitución Unido.
Quien fuera clave en ese torneo continental, con su doblete a Boca Juniors en la semifinal vuelta en el Estadio Monumental, no suele aparecer con frecuencia en medios de comunicación como la mayoría de sus excompañeros. Pero el 5 de marzo de 1990, días después de arribar a Colo Colo desde Cobresal, brindó una tremenda entrevista a la revista deportiva impresa Triunfo, la cual fue divulgada recientemente en Twitter por Historia de Colo Colo, sitio web dedicado a recopilar importantes datos y archivos del club.
DaleAlbo se contactó con el medio digital La Nación (al cual pertenecía la revista impresa Triunfo en esos años) para poder reproducir en nuestro sitio la entrevista realizada por el periodista José González, a lo cual accedieron sin ningún problema. A continuación el texto original con las palabras del refuerzo que en 1990 prefirió firmar en el club de sus amores por sobre otros equipos con mejores ofertas económicas, sin saber que se metería para siempre en la historia del Eterno Campeón:
Rubén Martínez: “Quiero que Chile grite mis goles”
Por José González B., Revista Triunfo, 5 de marzo de 1990
“Más que los muchos pesos que pude haber obtenido de aceptar el ofrecimiento de los suizos, pesó en mí el afecto que siento por Colo Colo y el deseo que tengo de que Chile grite mis goles…”. Con esta frase, dicha sin aspavientos ni con fines lacrimógenos, Rubén Martínez responde a la inquietud de por qué aceptó firmar por Colo Colo y desechó las gestiones que Sion y Saint Gallen realizaron por contratarlo.
(…)
Significado
¿Qué siente, Rubén, ante el futuro que se vislumbra, luego de firmar ese millonario contrato con los albos?
—Más que hablar del porvenir, deseo decirte que mi presente me da libertad. Porque, quiéralo o no, lo obtenido en el plano económico es una base importantísima para desarrollarme integralmente, casi sin temores, y con la seguridad que mi familia tiene un devenir sin urgencias.
¿Y qué piensa el futbolista?
—Que se avecina un gran desafío, pero consciente de que yo mismo lo busqué. Al llegar a El Salvador con 18 años de edad-acaso en otra medida-, el paso también significó un hito en mi vida. En el momento era lo que quería; independizarme y triunfar en lo que había escogido como mi profesión. Me costó sacrificios, ¡es cierto! Y los mismos esfuerzos voy a tener que desplegar en Colo Colo, porque sé que llego a una institución en la que voy a ser uno más de un plantel de estrellas, por lo que no tengo temor de fracasar.
¿No cree a los que dicen que las camisetas pesan?
—No, eso es un mito. Como futbolista, uno posee condiciones que debe desarrollar por sobre cualquier contingencia. También hay que estar dispuesto a adaptarse a los cambios y a aceptar todo tipo de sugerencia que, si no atentan en contra de su esencia, habrá que interpretar.
Por sobre lo que usted llama mito, hay ejemplos concretos. Uno de ellos es Washington Castro, su representante, quien no rindió en Colo Colo y debió marcharse. A propósito, ¿él le ha hablado de su experiencia? (Martínez y Castro cruzan miradas, y es el propio afectado el que responde)
—Mi caso y el de Rubén son diametralmente opuestos. No encajé en Colo Colo porque mie stilo era el de un alero clásico, que jugaba pegado a la raya y, además, no era goleador. Y como Arturo Salah se vio obligado a jugar un 4-4-2, con los delanteros sujeros a moverse por todo el frente, naufragué. Esa historia, estoy seguro, no se repetirá con Rubén.
¿Ha hablado con Arturo Salah, Rubén?
—No. No he tenido la oportunidad.
Se lo pregunto por los esquemas tácticos. Usted sabe que a Colo Colo no le juegan igual que a Cobresal. Y como dijo Washington Castro, el 4-4-2 es lo que impera en el Cacique. ¿Le acomoda ese ordenamiento?
—Sí. Basta con observar mi rendimiento en la última temporada: siendo intérprete, en Cobresal, de un estilo similar al que Colo Colo practica, convertí 33 goles.
¿Se siente más cómodo con libertad para trabajar por todo el frente del ataque y enganchándose con los volantes que pegado a la raya y con la obligación a desbordar?
—Sin duda. Incluso cuando Manuel Rodríguez dirigió a Cobresal un día me dijo algo que jamás se me ha borrado: ‘Tú vas a terminar volanteando, pero mientras sigas echándola adentro no te alejes del arco’. En eso estoy…
Virtudes
Si bien una de sus virtudes es el oportunismo, ¿en qué otro elemento se apoya para desequilibrar?
—En que soy ambidiestro. Manejo sin inconvenientes tanto la derecha como la izquierda. Incluso puedo escribir con ambas manos. Esto me ha ayudado mucho, sobre todo para resolver en milésimas de segundo dentro del área, pues no pierdo tiempo buscando mi mejor perfil.
¡Eso es extraordinario…!
—Lo mismo me dijo un médico. Dicen que en el mundo somos pocos los que poseemos esa facilidad. Y pensar que yo lo conseguí porque mis abuelos me recriminaban cada vez que usaba la izquierda. Antiguamente era mal visto, y para no hacerles problemas y evitármelos yo, opté por emplear ambas manos.
¿Tiene mucho que agradecerle a su familia?
—¡Uf!, imagínate, se lo debo todo. Mis padres estaban felices el día que firmé por Colo Colo. En casa prepararon una pequeña recepción. Lloraron, rieron, saltaron, me abrazaron…
¿Y usted?
—No, yo poseo otra forma de ver la vida. Trato de degustar las cosas, ingerirlar.
¿Es autocrítico?
—Mucho. Lo ratifico al confesarte que la temporada pasada no quedé conforme con mi rendimiento… ¡No te extrañes! Tuve la fortuna de hacer goles, incluso pude convertir más si es que hubiese jugado todo el campeonato de apertura, ya que por integrarme a la selección sólo actué en 8 de los 16 cotejos. Pero los tantos no lo son todo. Futbolísticamente mi mejor temporada fue la de 1988, en la que convertí 24. De ahí mi confianza para encarar el nuevo desafío que representa Colo Colo. Sé que si ando bien en el fútbol, los goles serán una consecuencia. Y esto me pone contento, porque estoy seguro de que mis aciertos van a hacer feliz a mucha gente. En Cobresal era distinto. Estaban acostumbrados y no sienten igual que los colocolinos. Y como yo lo soy, los conozco. Nos ‘vamos a entender’.
¿Por ser hincha de los albos desechó las ofertas de Europa y Universidad Católica?
—Sí, y porque para mí el dinero no lo es todo. Además soy de la idea de que para dejar la patria hay que hacerlo en condiciones inmejorables. No era el caso, y junto con Washington Castro decidimos esperar. Si la rompo en Colo Colo seguro que surgen nuevas ofertas. ¿Católica? No hubo acuerdo, lo mismo que Cobreloa. Ellos me hablaron muy tarde…
¿Y La Serena? Se dijo que iría hasta junio para luego integrarse al Sion. ¿Hay algo de verdad en ello?
—Nada. Con La Serena nunca hubo ni siquiera un acercamiento.
Frustración
Cuando todo es ilusión, Rubén, me gustaría saber qué siente, qué piensa, un futbolista de 25 años de edad y que, de mantenerse el castigo que FIFA le aplicó a Chile por el incidente del Maracaná, ve frustrados sus anhelos de participar de las eliminatorias de una Copa del Mundo…
—Impotencia. Porque de ratificarse la sanción no voy a poder intervenir en una competencia que para todo jugador representa su máximo sueño. Sería como matar a una generación, y eso es difícil de aceptar. Esto es lo que pienso en lo personal, porque mi frustración e impotencia también se hacen eco del sufrimiento de Orlando Aravena, Fernando Astengo y Roberto Rojas, a los que se les está privando de realizarse en lo que es su fuente de ingresos. Ellos han sido los grandes perjudicados…. Ojalá se revierta la situación.
¿Y que el año próximo se reactiven las ofertas del extranjero?
—Colo Colo será una buena vitrina. Buscaremos tener éxito en la Copa Libertadores, en los certámenes locales, pero más que nada por satisfacer a los colocolinos… Porque sigo pensando que Europa puede esperar. No así mi urgente necesidad de sentir a Chile corear mis goles, algo que no estoy dispuesto a negármelo.