Cuando el hueso se ve estresado, existen reacciones leves y graves. Éstas últimas podrían llegar a provocar una fractura. Para que ello no ocurra, lo normal es que al realizar actividad física exista un balance entre el estrés al que se encuentra sometido el hueso y su capacidad remodeladora. Esto quiere decir, que se genere un equilibrio entre la repetida fatiga/trauma existente en el hueso y la remodelación o regeneración del mismo, lo cual se estimula por repetidas cargas de baja intensidad.
Sin embargo, según explican especialistas de la Clínica MEDS, “cuando dichas cargas repetidas son de muy alta intensidad o de muchas repeticiones, se genera un desbalance y la musculatura no transfiere las fuerzas de forma adecuada, originándose las lesiones óseas por estrés”.
Es importante tener en consideración que el estrés por sobrecarga puede ser aplicado al hueso a través de dos mecanismos principales: La redistribución de las fuerzas de impacto resultando en aumento local de estrés en puntos focales del hueso, y segundo, mediante acciones de los músculos a través del hueso.
Éste tipo de lesiones afecta principalmente a deportistas jóvenes y, por lo general, ataca al 5to metatarsiano (según estudio europeo). También es habitual que se produzca en zonas óseas como la tibia, la fíbula o peroné, navicular del tarso, fémur y pelvis.
Los profesionales de MEDS señalan que “el principal síntoma a la hora de padecer una fractura por estrés, es el dolor localizado, el cual permanece algunos días o semanas, viene junto o después del ejercicio y persiste o aumenta al continuar con la actividad física”.
Para impedir que se manifieste una afección de este tipo, los facultativos son claros y apuntan a que su prevención consiste, principalmente, en manejar los factores de riesgo:
- No aumentar en forma brusca la intensidad o volumen del entrenamiento. Siempre realizar cambios graduales en los planes de entrenamiento.
- Evitar entrenar en zonas muy duras o irregulares.
- Si existen trastornos físicos, en relación a las extremidades inferiores o a desbalances musculares evidentes, se deben tratar de corregir. En el primer caso con plantillas o zapatillas especiales, y en el segundo con fortalecimiento muscular.
- Debe existir una alimentación adecuada puesto que comer bien es un factor primordial para evitar lesiones. Un bajo peso puede conllevar a una disminuida masa muscular o a desbalances calóricos, situación que provoca en los huesos una remodelación inadecuada y, por ende, el origen de fracturas o lesiones por estrés. Es importante considerar que hay estudios que demuestran que éste tipo de afecciones, es especialmente 10 veces más posible en las mujeres.
No hay que olvidar que el tratamiento variará dependiendo del lugar de la lesión, sin embargo, la primera medida será evitar la realización de actividades que hayan precipitado la dolencia. En cuanto al tiempo de recuperación, la mayoría de las fracturas por estrés sanan durante las primeras 6 y 8 semanas luego de iniciado el reposo, pero el reintegro deportivo se podría llevar a cabo recién alrededor de la 12° y 16° semana.
Para no sufrir una lesión de este tipo, recuerda evitar los factores de riesgo, mantener una preparación física integral y completa, y nunca realizar cambios bruscos en tu plan de entrenamiento.