Primer día de entrenamientos en el Estadio Monumental durante la semana y los titulares, como es costumbre, hicieron su trabajo regenerativo a cargo de los profesores Juan Ramírez y Eduardo Míguez. Por otra parte, suplentes y algunos juveniles realizaron un tradicional “picado”, aunque con dos “refuerzos”.
Riffo no aguantó y se puso un peto amarillo. Para compensar, Tapia se quedó con su camiseta blanca y se fue cada uno para uno de los bandos. De inmediato, Miguel Augusto comenzó a ordenar a sus jugadores en el fondo mientras Tito trataba de combinar para vencer a Álvaro Salazar. Todo mezclado con arengas felicitando a los pupilos ante una buena jugada.
Así fue como el otrora zaguero y hoy ayudante técnico comenzó a mostrar la clase que lo caracterizó como futbolista. Bajó un balón bombeado con total facilidad, cruzó abajo a Jason Silva y hasta a Lucho Mena que se había mandado en ataque y salía jugando.
Del otro lado, Tito contestó con lo que más sabe: goles. Con remates y uno de cabeza aplaudido por los presentes, el DT logró conseguir más de un abrazo para su improvisada escuadra.
Una vez terminado cada “tiempo corto”, el perdedor debía pagar flexiones de brazo o abdominales. A cada parte le tocó caer en alguna fracción y ahí sí que los hoy adiestradores se vieron algo más complicados que en cancha, ante la sonrisa de los jugadores. Es el ambiente en Pedrero.