Con los resabios vivos de lo que fue la Guerra del Pacífico, Colo Colo tenía una gran misión. Corría el año 1928 y el Cacique fue elegido para jugar el “Partido por la Paz” en un cotejo donde se enfrentaría a un seleccionado peruano en Lima, compromiso que tuvo más de una historia interesante que contar y recordar en este Centenario.
¿Qué pasó? Este compromiso, según recuerda La Tercera, se da en medio de la devolución de “territorios por parte de nuestro país a Perú. Hace solamente tres años se había entregado la Provincia de Tarata y el 28 de agosto de 1929 sería regresada Tacna”.
El plantel viajó hasta territorio peruano acompañado por el diputado Rafael Silva Lastra, quien era muy afín a Colo Colo en la época. Además, estuvo el secretario Waldo Sanhueza, el tesorero y masajista Rubén Arroyo y Alberto Arellano, como director a cargo de los jugadores. Tal y como menciona el medio citado, de los jugadores fueron “los arqueros fueron Juan Ibacache y Enrique Rehbein; los defensas fueron Jorge Linford, Togo Bascuñán y Belisario Salinas (juvenil); los mediocampistas eran Óscar González, Francisco Arellano, Víctor Morales, Francisco Sánchez (Proveniente de Arturo Fernández Vial) y Arturo Torres (Talcahuano); mientras que para formar el ataque fueron elegidos José Miguel Olguín, Guillermo Arellano, Guillermo Subiabre, Carlos Schneeberger, Ernesto Chaparro, Horacio Muñoz (Concepción), Eberardo Villalobos (Osorno) y Enrique Jaramillo (juvenil)”.
En este contexto, se esperaba que el clima fuera principalmente hostil, por lo mismo, el plantel fue advertido por el diputado que estaba en la delegación. Los peruanos reclamaban que su presidente había regalado Arica y, de hecho, las fuerzas armadas aparecían de vez en cuando, lo que hizo que Colo Colo se quedar dentro del barco que los trasladó por varias horas antes de irse a su hotel.

Guillermo Subiabre, parte del plantel de Colo Colo en 1928.
Discusiones, patadas y una promesa de paz por parte de Colo Colo
Según se relata en el libro “Colo Colo, el equipo que ha sabido ser campeón”, de Juan Jorge Faúndez, el plantel albo estaba listo y dispuesto para dar cara y recibir cualquier “cariñito” de los locales. “no habría patada gratuita, ni empujones, puñetes o agarrones de camisetas o calzones que quedaran sin respuesta. El estadio de Lima iba a ser privilegiado escenario de 22 tipos odiándose a rabiar, aplicándose sin contemplaciones la ley del Talión, y con la pelota sola por ahí, sin saber qué hacer, suplicando tal vez al árbitro o a los guardalíneas ‘una patadita, pues’”, relata.
Esto, de alguna manera, llegó a oídos del mismísimo presidente de Perú, Augusto Leguía. Temiendo que el encuentro pasara a mayores, fue al camarín de Colo Colo para pedirle a los jugadores que amainaran en su deseo revanchista. Incluso, se dice que hubo un discurso que decía que “lo que van a hacer ustedes, señores deportistas será, más que una brega de fútbol, llevar a cabo un match por la paz. ¡Un incidente aquí en la cancha agudizaría las relaciones entre nuestros países!“.
Según informaciones de la época, Emiliano Figueroa, embajador chileno en Perú, secundó al mandatario peruano endosándole responsabilidad en la petición de paz, pidiéndole calma “en nombre de Chile. Hagan como les dijo el señor Leguía. Aguanten si hay que aguantar. De su actitud dependerá la amistad futura de los pueblos”.
El partido fue de pierna fuerte en contra Colo Colo
15.000 personas llegaron al Estadio Nacional de Lima, quienes recibieron entre pifias al conjunto albo. Según registran algunas crónicas de la época, recogida por Faúndez “los colocolinos fueron escrupulosos para dejarse golpear sin chistar. Un back peruano embistió al “Chato” Subiabre con tal potencia que lo lanzó a tres metros de distancia. Saavedra tenía las canillas rojas de sangre. ‘Colo Colo’ González, hombre con fama de duro, era una mansa paloma”.
Incluso, historiadores e investigadores revelan que muchos jugadores tuvieron que morder pasto para masticar la rabia por los golpes recibidos. Así, se descargaban con el campo de juego y evitaban una pelea mayor que pudiera caldear los ánimos diplomáticos.

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En lo que respecta netamente a lo futbolístico, luego de que los Albos comenzaran ganando por 2 a 0, pero en el segundo tiempo bajó el rendimiento. Incluso, las crónicas reparan en que el portero Juan Ibacache fue una de las grandes figuras del cotejo. Al final, el compromiso terminó igualado a dos tantos.
Finalmente, el público amainó en sus pifias y críticas a los futbolistas chilenos. Tanto, que aplaudieron la gallardía en cómo enfrentaron el partido y cómo resistieron cada uno de los golpes. De hecho, el plantel de Colo Colo dio una vuelta olímpica entre lágrimas bajo el aplauso de la parcialidad.





