Qué noche aquella la del 11 de enero de 2003 en el Estadio Monumental David Arellano. Cerca de 50 mil personas llegaron a una fiesta de presentación de refuerzos distinta, con un sabor algo extraño, pero con una emoción tremenda en cada rincón de la cancha del Popular y de todo corazón de los colocolinos por Chile y el mundo.

Marcelo Pablo Barticciotto irrumpió para, como maestro de ceremonias, darle la bienvenida a Luis Díaz, Cristían Gómez, Marco Villaseca, Juan Pablo Úbeda, Miguel Ángel Romero e Iván Zamorano. ¿Por qué él? Porque el 7 del pueblo se retiraba del fútbol profesional.

Se jugó un partido entre el equipo que dirigiría Jaime Pizarro en dicha temporada y que venía de salir campeón en la quiebra contra varios históricos, donde estaba el gran puntero, Claudio Arbiza, Roberto Rojas, Eduardo Rubio, Pedro Reyes, José Luis Sierra y Marcelo Vega, entre otros.

En el entretiempo, el núcleo de Barti y el coro de todas las almas albas lo hicieron decir “estoy feliz de la vida. Ojalá supieran lo que siento. Les agradezco a todos; a mi familia, a ustedes y a mi padre”. Las lágrimas de Marcelo Pablo se contagiaban por todas partes.

Como anécdota quedará el 4-1 de Colo Colo 2003 sobre el de todos los tiempos
, donde marcó su última anotación el puntero de la melena dorada.

Terminaba la carrera del futbolista, comenzaba la leyenda. Hace 10 años dijo adiós al profesionalismo para pasar a integrar el gran olimpo de tremendos ídolos. Ese día no fue una despedida, fue un gracias… Gracias, Marcelo Pablo Barticciotto.