Equipo grande no desciende. Ese es un lema que debería estar inscrito en todos los clubes que se dicen ser grandes y, en Chile, sólo hay una escuadra que es merecedor de tal calificativo: Colo Colo. Fundado en 1925, el Cacique jamás pisó la segunda división, aunque hay algunos, sobre todo hinchas azules, que mueren por ver al Popular en el infierno, tal y como les ocurrió a ellos en 1989.

Es por lo anterior, que en Universidad de Chile han instaurado un mito que dice que Colo Colo debió descender en 1945, afirmación que carece de todo sentido y datos históricos, que vale la pena aclarar. Porque, primero que todo, en aquel año, el cuadro dirigido por Luis Tirado, ni siquiera terminó último en la tabla de posiciones.

Lo cierto, es que en una temporada en que el conjunto albo prometía brillar, terminó como una de las peores en su historia, junto a la que se vio cuando se peleó la promoción. La historia dice que la escuadra colocolina quedó en el puesto 11 de 12 en la tabla de posiciones, sólo superando al Bádminton, conjunto recién ascendido. Fueron 19 los puntos que consiguieron y una pobre diferencia de gol de +1.

Así entonces, el equipo que debía descender era el Bádminton. Sin embargo, la relegación a la segunda división se suspendió por parte de la Asociación Central. En conversación con los demás clubes, la medida se adoptó para que Iberia, reciente campeón amateur, se sumara a la primera división y, así, tener un campeonato con 13 equipos. Es decir, el salvado fue Bádminton.

Luis Tirado, DT de Colo Colo en 1945. | Imagen: Revista Estadio.

¿Qué llevó a Colo Colo a pelear los últimos lugares en 1945?

Venían de la gloria. Colo Colo había sido campeón en 1944, temporada en la que incluso tuvo dos entrenadores: Arturo Torres en la primera rueda y Luis Tirado en la segunda, quien finalmente se quedó con la banca alba para la siguiente campaña. El equipo contaba con figuras reconocidas como Francisco Hormazábal, el delantero Tomás Rojas, el arquero José Sabaj, el capitán José Pastene, el goleador Alfonso Domínguez y el ariete Armando Contreras. Era, sobre el papel, un plantel para pelear el bicampeonato.

La prensa de la época lo tenía claro. Según recuerdan Edgardo Marín y Julio Salviat en el libro De David a “Chamaco”, “Colo Colo afronta el torneo con el mismo presidente (Robinson Álvarez), con el mismo entrenador y con los mismos jugadores. El triunfo debe repetirse”. Pero esa misma confianza fue la que terminó por pasarles la cuenta.

Los dirigentes apenas realizaron contrataciones, confiando ciegamente en el plantel campeón del año anterior. El único refuerzo relevante fue Francisco Urroz, proveniente de Unión Española. No hubo fichajes de impacto, ni mucho menos extranjeros, justo en un año en que la Asociación Central eliminó el límite de foráneos. Mientras otros clubes se reforzaban, Colo Colo apostó a las glorias del pasado… y perdió.

El triste adiós del Tigre Sorrel de Colo Colo

El equipo titular dirigido por Tirado contaba con José Sabaj, Jorge Vásquez, Guillermo Fuenzalida, Hormazábal, Pastene, Gilberto Muñoz, Juan Aranda, Peñaloza, Domínguez, Contreras y Rojas. Un equipo temido, sí, pero que pronto se vio diezmado por las lesiones. Sabaj fue reemplazado por Fernando Araya, y también cayeron figuras como Hormazábal, Vásquez, Medina y el propio Domínguez, lo que terminó afectando seriamente el rendimiento colectivo.

El punto más bajo llegó cuando Luis Tirado recurrió a Enrique “Tigre” Sorrel, un histórico que ya vivía su retiro. Jugó ante Santiago Morning en el arranque de la segunda rueda, pero sufrió un desgarro apenas comenzado el partido y fue duramente increpado por los propios hinchas en el estadio. Fue su último partido con la camiseta alba, cerrando una brillante carrera de 12 años con una dolorosa despedida.

Los resultados reflejan el colapso: Colo Colo perdió 11 partidos, empató 3 y ganó solo 8, cerrando el torneo con un pobre rendimiento del 40,9%. Hubo una racha de cuatro partidos sin ganar, con derrotas ante Santiago National, Green Cross, Universidad Católica y un empate frente a Santiago Wanderers, lo que sentenció su posición en la tabla.

Aunque el Cacique no descendió ese año (aunque algunos quieren inventar que fue salvado), la temporada 1945 quedó como una de las más oscuras en la historia del club. Una lección de humildad, especial para este Centenario, que evidenció que en el fútbol no basta con los nombres ni la historia: se necesita visión, planificación y, sobre todo, renovación.