Colo Colo ganó la Copa Libertadores 1991 y marcó un hito en la historia del club y el fútbol chileno. Sin embargo, antes de ese 5 de junio hubo un partido que marcó al plantel y los hinchas del más grande. 

Ese encuentro fue en el 15 de agosto de 1990, por los octavos de final vuelta de la máxima competición continental ante Vasco da Gama. El Cacique llegaba con un buen 0-0 en la ida y logró estar en ventaja 2-0 con un golazo de tiro libre de Rubén Espinoza a los 9' y una gran jugada individual de Marcelo Barticciotto a los 40'. 

 

Sin embargo, los visitantes lograron igualar con goles de Bismarck 46' y Roberto Dinamita 57'. Allí apareció nuevamente Espinoza e hizo el 3-2 de penal a los 60'. Cuando la clasificación a cuartos parecía lista, William a los 89' puso el 3-3 y mandó el partido a los penales.

 

 

Allí el referente parecía número seguro, producto de su gran eficacia a balón parado y con el recuerdo fresco de su gol desde los 12 pasos. Contra todos los pronosticos no pudo convertir el quinto penal, tras ser una de las figuras del partido y el Cacique cayó por 5-4 en la definición. Más de 65 mil personas en el Estadio Nacional y un silencio que quedó marcado en el mediocampista, a pesar de ganar la Copa Libertadores al año siguiente. 

El dolor de un gigante 

Ruben Espinoza aseguro que aún tiene muy presente ese momento: "Es uno de los recuerdos más ingratos de mi carrera como deportista, sobre todo, porque tuve las vivencias de las dos caras de la moneda. Haber convertido dos goles en ese partido, uno de tiro libre y otro de penal. Era un partido completamente dominado, controlado y cometimos errores bastante graves. Graves lo digo por la experiencia que tenía ese plantel. Nosotros pensábamos que ese era el plantel, para no sé si lograr la Copa Libertadores, pero si para llegar a la final y disputarla".

"Había muy buenos jugadores, un equipo muy competitivo, afiatado en lo que quería Arturo (Salah). Indudablemente que es otra forma de ver el fútbol, pero nos tocó vivir no esa mala suerte, sino que los erorres que cometimos. No olvidemos que nosotros habíamos empatado en Río de Janeiro, haciendo un muy buen partido. En ese partido (de vuelta) perdimos la opción cuando íbamos ganando 2-0”, agregó.

Además recordó que le pasó por la cabeza antes de la definición: "Arturo (Salah) me determina como el quinto,  yo quería ser el primero inmediatamente, porque uno viene con la misma sensación del partido, lo único que quería era la revancha de poder revertir ese momento. Pasaron esos minutos claves, ese enfriamiento, espera, ese nerviosismo, había un Estadio Nacional repleto, la gente estaba incluso en las escaleras del estadio. Como nunca se veía, había tanto hincha de todos los equipos, en la definición, nos fuimos gol a gol con Vasco da Gama".

Además explicó por qué cambió la decisión en su tiro:"Normalmente le pegaba fuerte y abajo, lo traté de cambiar y le pegué fuerte y arriba. El otro día estuve viendo el recuento del partido, porque es un dolor muy grande, ese dolor no me lo va quitar nadie, va a pasar mucho tiempo. El arquero intuyó y pega el manotazo hacia afuera. No te explico lo que pasó después. Fueron semanas y semanas de no salir de mi casa. Fue un dolor muy personal, pero detrás veía mucha gente que sentía el mismo dolor. Eso es lo que más me complicaba".

El volante confesó que su entorno lo logró levantar: “Esa misma gente, recibí tantas muestras de cariño, el mismo complemento del plantel, ese apoyo que me dieron, me permitió levantarme en el menor tiempo posible. No salía de mi casa. Ahí es donde estaba el apoyo incondicional de tu familia, padres, hermanos, señora, jugaron un papel importante para revertir ese momento de angustia. Son momentos ingratos, perder un penal en una instancia importante, después de tener 90 minutos muy correctos. Que en dos minutos se echa a perder todo era muy lamentable".

La amargura se mantuvo todo el año: "Nos tuvimos que levantar, volver a entrenar y pensar. Ese año Colo Colo salió campeón del Torneo Nacional, pero esa espinita estaba ahí, con desazón, pensando que Vasco no era un equipo que tuviera los argumentos para superarnos, creo que los errores que cometimos favorecieron ese triunfo".

El silencio aún no lo olvida: "Es impresionante, cuando le pego a la pelota y veo que le arquero intuye y da el manotazo arriba, lo primero que hago es tomarme la cabeza, me arrodillo y era un silencio impresionante. Veía a la gente que no se movía, que estaba ahí, seguíamos en el estadio, vino todo el plantel a ayudar a consolar, para revertir ese momento. Era tan grande el dolor que fue difícil, muy complicado. Me llamó la atención el silencio, habían 75, 80 mil personas".

Por último reveló que sus cercanos aún no molestan: "Para saludarme me dicen '¿Cómo estay 90?' ese 90 nefasto de la Copa Libertadores, es un recuerdo permanente de mis amigos. Cuando me quieren hacer enojar, me recuerdan esa fecha".