Los tendones se lesionan a causa de lo que se denomina “microtrauma repetitivo”, por lo que no es común que se vean afectados de un momento a otro. Es decir, a raíz de una permanente exigencia sobre el tendón, la capacidad de adaptación y reparación se ve superada provocando cambios estructurales.
En relación a ello, no se debe confundir una tendinitis (proceso inflamatorio) con una tendinosis (proceso degenerativo), puesto que ambas son etapas de la enfermedad cuando el tendón ha sido sometido a sobreuso.
En particular, la Tendinosis Aquiliana es parte de un subgrupo de lesiones dentro de la Tendinopatía Aquiliana y corresponde aproximadamente a un 55% y 65% de éstas.
Correr y saltar son una de las principales actividades deportivas por las cuales se desencadena una patología del Tendón de Aquiles. La Tendinosis, agrega el doctor Julio Botello de Clínica MEDS, “es un proceso esencialmente degenerativo multifactorial, que conduce a alteraciones en la estructura y composición del tendón. La carga repetida del tendón de Aquiles durante la práctica deportiva o laboral, está relacionada como el principal estímulo patológico que lleva a la tendinopatía, sin embargo, su origen aún no está del todo aclarado. Existen algunas teorías relacionadas a la isquemia y la hipoxia. La primera es la disminución transitoria o permanente del riego sanguíneo y consecuente disminución del aporte de oxígeno de un tejido biológico, provocando tendinopatías, y la segunda, es un trastorno en el que el cuerpo completo o una región del mismo, se ve privado del suministro adecuado de oxígeno pudiendo ocurrir, también, dentro del tendón.”
¿Por qué se llega a desarrollar una tendinopatía?
La primera causa es por la edad. Ésta, se relaciona directamente con dos factores:
•A mayor edad se estima que los tendones del deportista han estado expuestos a diferentes cargas durante más años.
•A medida que avanza el tiempo, nuestra capacidad y calidad de reparación de los tejidos disminuye.
La segunda causa es la falta de flexibilidad. Los tendones son rígidos, pero los músculos que los originan y a los que están unidos, debieran ser lo suficientemente elásticos. De lo contrario se transmite una mayor exigencia a los tendones.
Otro factor que igualmente se asocia a la aparición de esta dolencia, es cometer el constante error de efectuar durante entrenamientos cambios bruscos dentro de una actividad determinada. El Dr. Botello precisa que “el dolor se encuentra ubicado entre los 2 a 6 cms. sobre la inserción del tendón y éste inicialmente se hace presente al inicio y al final de la práctica deportiva”.
¿Cuál es el mejor tratamiento?
Siempre la prevención. Además, una de las recomendaciones más importantes es realizar una consulta médica oportuna, ya que el tendón es un tejido cuyo metabolismo es lento, por lo tanto, su capacidad biológica de reparación también lo es.
El tratamiento conservador, sin necesidad de cirugía, es en el mayor número de los casos bastante efectivo, pero siempre y cuando éste se detecte en etapas tempranas. Dicha metodología está basada en dos pilares:
•Modificación temporal de la actividad deportiva, evitando las acciones que provocan el dolor. Por ejemplo, cambiar el trote por la bicicleta.
•La rehabilitación ayuda a disminuir el dolor, a elongar las estructuras de baja flexibilidad y a identificar y corregir desbalances musculares.
Según lo señalado por el médico traumatólogo de MEDS, Dr. Botello, se estima que los resultados con tratamientos no quirúrgicos son hasta un 80% efectivos. “Por su parte, el tratamiento quirúrgico está indicado en los casos de falla a las medidas conservadoras, lo que se podría dilucidar luego de pasados unos 3 o 6 meses desde el inicio del tratamiento”, puntualiza.