Omar Labruna estaba feliz. Era su primer superclásico como director técnico titular (tuvo varios como ayudante en River ante Boca) y lo gozó como un hincha más.
“Estamos muy contentos, los clásicos están hechos para ganarlos. A Colo Colo no se le venía dando pero era el momento. Sabiendo que teníamos un rival difícil, fue un partido donde debimos doblegar esfuerzos. Feliz por mis jugadores, por la entrega, por la capacidad de estar predispuestos al trabajo y acá están los frutos, manteniendo la paternidad”, comenzó diciendo.
Al entrar al camarín, el DT gritó emocionado pasando por zona mixta “¡les dije, huevones, que la moda se acabó!”. Ya más calmado, explicó que “eso me lo contagió la gente, somos profesionales de esto pero la felicidad hay que expresarla de alguna manera”.
También recordó que “los clásicos son emotivos, fuertes, se jugó con mucha lealtad por parte de los dos equipos”. De paso, comentó una especie de entrevero que tuvo con su colega azul: “En la última pelota nos agarraron con un tiro libre con todos dentro del área y se armó el tumulto. Sampaoli tuvo entredichos con mis pupilos, cuando lo vi hablando con uno de ellos fui a separar porque si transmitimos esto los técnicos a los jugadores no sirve”, espetó.
Sobre los cambios, comentó que “lo saqué a Álvaro (Ormeño) porque tenía amarilla y para dar salida con el Chapa. Lo mismo con Olivi y Fierro, son cambios tácticos, quería cambio de ritmo. Fuimos justos ganadores en líneas generales, tuvimos más situaciones. No nos podíamos desesperar y caer en “ollazos”, había que mover la pelota, se cerraron bien hasta que nos quedó. Flores ya estaba amonestado, Muñoz lo mismo, Felipe había hecho desgaste y puse a Caroca para que tomara a Lorenzetti. Solté a Millar. A veces sacar un delantero no es ser defensivo, era para poner más marca y largar al Chino”.
¿Cuál fue la charla en el entretiempo? “Pedí salir a presionar la salida, hacen bien el desdoblamiento y nos ganaban las espaldas. Cuando entró Castro le dije a Carachito que tuviera cuidado con la marca. Y tranquilidad, si nos quedábamos 10 contra 10 se iba a poner más disputado. Necesitábamos circulación de pelota, agresividad y lo logramos por momentos pese a lo bien que se cerraron”, confesó el estratega.
Analizando toda su estadía, ya con triunfos ante las dos universidades a cuestas, Labruna expuso que “desde mi trabajo apuesto a ganador. Dije que este equipo estaba muy bien, que el vestuario era fuerte, ahora vamos a luchar en el lote de arriba y estamos en condiciones de pelear el campeonato, pero hay buenos equipos. Confiamos en lo que hacemos. Felicito al plantel completo. Cuando asumí dije que era un proceso, que había que esperar pero hoy se ve una línea de juego, agresividad y eso da ilusión. Pisamos sobre tierra firme”.
Finalmente, recalcó que “hoy es hora de festejar. Nuestro vestuario es una fiesta y el pueblo colocolino está feliz, le debíamos este triunfo” y se despidió no sin antes reflexionar que “la semana pasada le regalé una cena a Carlitos (Muñoz, por ser la figura). Ahora no sé qué le vamos a regalar después del golazo”.