Era un 3 de mayo de 1927, en Valladolid, España, dejaba de existir David Alfonso Arellano Moraga producto de una peritonitis provocada por un rodillazo mientras disputaba un amistoso en aquel país.

De su muerte nació una leyenda y su figura quedó estampada para siempre en la camiseta por el luto que honra su recuerdo y nos guía por la senda triunfal.

David Arellano mostró su gran amor por el fútbol cuando ingresó a la Escuela Normal de Preceptores. Desde allí, donde se formaron los profesores de la época, pasó a integrar el club Magallanes con 17 años.

Fue bicampeón con la Academia. Pero el paso del tiempo lo fue alejando del protagonismo que merecía y es entonces cuando decide emprender su propio camino, molesto por la negativa de Magallanes de querer renovarse.

Fundó Colo Colo, allí demostró ser un visionario para la época. Frenó la poca seriedad de ese entonces, donde primaba la buena talla, el desorden y el alcohol.

Desde el inicio impuso los entrenamientos estrictos, el uso correcto del uniforme, el saludo y la despedida del público y el respeto permanente por el orden y la disciplina. Colo Colo era el equipo del juego científico, lo poco común, pues a lo anterior agregaba un gran rendimiento en la cancha: Arellano y los suyos son campeones invictos de la Liga Metropolitana en su debut, en 1925.

Sin embargo, la vida da infortunios y el destino quiso que David nos dejara con sólo 24 años de edad. Todo por un rodillazo en la zona del abdomen al minuto 35 de un amistoso ante el Valladolid de España. Era la primera gira internacional de los albos y terminó en tragedia.

"¡Ay, Alberto, parece que ya no me levantaré más!. ¡Cuiden a mi mamá! Que sepa poco a poco esta desgracia", le decía David a su hermano.

Hoy recordamos al gran mártir de nuestra historia, el hombre que dejó marcado los valores de esta gran institución y que se volvió en un ejemplo para el fútbol chileno.