Cada 5 de junio, Colo Colo rememora, festeja y mira con melancolía aquella noche del año 1991 cuando, después de ganarle a Olimpia de Paraguay, el Cacique levantó la primera Copa Libertadores para nuestro país. Las calles se repletaron de hinchas del Eterno Campeón y de otros clubes chilenos, todos eran uno celebrando tamaño hito que unió a todo el territorio nacional.

El camino no fue fácil. Los partidos de visita eran una piedra en el zapato para el elenco dirigido por Mirko Jozic que, de todas maneras, hizo del Estadio Monumental un reducto inexpugnable. Los Albos no cayeron jamás en el coloso de Macul y, de hecho, tras caer por la cuenta mínima en La Bombonera ante Boca Juniors, se abrazaron ante la seguridad de que en Pedrero iban a ganar como a dé lugar.

El camino del Colo Colo campeón de la Copa Libertadores 1991

El elenco popular fue sorteado en el Grupo 2 de aquella edición del torneo continental con Liga de Quito y Barcelona de Ecuador, además de Deportes Concepción de Chile. Con tres partidos ganados y tres empatados, Colo Colo terminó en el primer lugar de su zona y clasificó a octavos de final de manera invicta.

El Cacique abrió los fuegos ante los penquistas en Concepción con un empate sin goles. Luego, recibió a Barcelona de Guayaquil con un contundente 3 a 1 en el Estadio Monumental. Un nuevo triunfo, esta vez, ante los lilas, por 2 a 0 en Macul y, posteriormente, otra victoria por 3 a 0 ante Liga de Quito en condición de local. Un empate a dos tantos con Barcelona y otro sin tantos ante Liga, fueron el cierre de la primera fase del futuro campeón.

Temple de acero, fuego de campeón

En octavos de final, Colo Colo tuvo que enfrentar Universitario de Perú. Tras empatar sin goles de visita, el Cacique recibió a los peruanos en el Monumental, obteniendo una dura victoria por 2 goles a 1. Luego, en la próxima etapa, derrotó por 4 a 0 a Nacional de Uruguay y cayó por 2 a 0 en territorio charrúa.

En semifinal, un duelo que todos conocemos a la perfección. El conjunto de Jozic viajó hasta Buenos Aires y se enfrentó a uno de los candidatos a ganar la edición de ese año. Boca Juniors se había reforzado con la misión de levantar la copa y trató de mostrar sus credenciales al derrotar por la cuenta mínima al Popular. Los jugadores chilenos se abrazaron en el campo de juego ante la atónita mirada de sus rivales, juramentándose que en Chile, pasarían a la final.

Y así fue. En un partido que tuvo de todo, Colo Colo se impuso de gran manera ante los Xeneizes por 3 a 1 con la conocida batahola que se formó luego del tercer tanto. Con Patricio Yáñez expulsado, el equipo blanco clasificaba a la segunda final de Copa Libertadores de su historia.

Navarro Montoya luego de ser mordido por el perro policial Ron. | Imagen archivo.

Navarro Montoya luego de ser mordido por el perro policial Ron. | Imagen archivo.

La Copa Libertadores se mira y se toca

Olimpia de Paraguay era el rival a vencer. Campeón vigente del torneo continental, buscaba sumar otro título a sus vitrinas para seguir aumentando y justificando el apodo que se ganaba con total merecimiento en esa época: “El Rey de Copas”. Pero el Cacique no se achicaba ante nadie y, haciendo un encuentro muy inteligente, rescató una igualdad sin goles en Asunción, aunque con una muy mala noticia: Rubén Martínez fue expulsado.

Daniel Morón; Lizardo Garrido, Miguel Ramírez, Javier Margas; Eduardo Vilches, Juan Carlos Peralta, Gabriel Mendoza, Juan Carlos Peralta, Jaime Pizarro; Marcelo Barticciotto y Luis Pérez salieron a la cancha del Estadio Monumental que tenía más de 66 mil espectadores en sus tribunas.

Luis Pérez, quien había jugado muy poco en el certamen, se matriculó con un doblete. Primero fue a los 12 minutos y, luego en los 17’, los forofos del Popular saltaban de alegría al tener la gloria cada vez más cerca. Finalmente, todo lo cerró Leonel Herrera a los 85 minutos para desatar la felicidad máxima con el logro deportivo más importante en la historia de Colo Colo.

A 32 años de aquel suceso, sólo queda reflexionar y pensar en qué debemos hacer para que el equipo vuelva a ser competitivo a nivel internacional. Que las cosas, de una buena vez, se hagan bien y que, luego de más de tres décadas podamos estar, al menos, cerca de levantar la esquiva Coqueta de América.