El pensamiento del hincha que llevamos todos los que de alguna u otra manera vibramos con el fútbol es especial. Da lo mismo la realidad, da lo mismo el presente, porque el cielo es el limite cuando se trata de soñar con lo que a todas luces parecer ser una quimera.

El regreso de Jorge Valdivia a Colo Colo responde únicamente a eso, ya que no hay razones sustentables y palpables que nos hagan pensar en que este triste y moribundo Cacique pueda ver la luz de este turbulento y terrorífico túnel. Cada fin de semana morimos un poco más y cada vez lo sufrimos.

Tal vez es por eso que el pensamiento mágico ha crecido en las últimas horas, desde que comenzaron los primeros rumores del regreso del Mago hasta que por fin lo vimos sentarse en una vacía sala de prensa del Estadio Monumental para mostrar su camiseta con el número 38 y responder las preguntas de la prensa que estaba conectada a través de Zoom.

Parece que solo un milagro salvará a este equipo del descenso, y los milagros pueden tomar muchas formas, y hoy tomó la forma de este volante de 37 años, que se fue mal de Colo Colo y hasta con demandas de por medio, que jugó poco y nada en México y que quiso estar presente cuando el barco se hunde. Un barco sin un capitán claro y con los botes salvavidas en igual o peor estado.

Es precisamente eso lo que valoran todos los albos en esta pasada, un acto de valentía que muy pocos se atreverían a realizar. Valdivia, que a sus espaldas tiene títulos y actuaciones memorables con la camiseta de Colo Colo, decidió no restarse en esta angustiante lucha por no descender. Tiene todo para perder y poco para ganar. Llegó, tal vez no en las mejores condiciones, firmó un contrato de apenas unos meses y quiso estar, algo que independiente del resultado final que sabremos a fines de enero, se agradece.

Son estos los actos que alimentan la ilusión del hincha, que semana a semana espera que este equipo de ese salto de calidad que tanto queremos, que gane unos cuantos partidos seguidos y se aleje de esta incómoda posición, dejándola nada más que como un ingrato recuerdo y un mal rato que nos saque una risa incomoda y nerviosa en el futuro.

Llegó, tal vez no en las mejores condiciones, firmó un contrato de apenas unos meses y quiso estar, algo que independiente del resultado final que sabremos a fines de enero, se agradece.

Nadie tiene la bola de cristal para saber si Valdivia podrá ser un aporte para lograr ese objetivo, pero lo que sí sabemos es que se puso la camiseta con el número que quedada disponible y dejó en el pasado las disputas con la dirigencia tal de dejar a Colo Colo en Primera. Solo por eso tal vez merezcamos la oportunidad de soñar. El valiente Jorge así lo siente. Que comience el espectáculo.

Patricio Echagüe

Autor de “De Hincha a Leyenda: La Biografía de Esteban Paredes”.