Un día como hoy de hace 30 años, Colo Colo alcanzaba la gloria y se coronaba campeón de la Copa Libertadores tras derrotar a Olimpia de Paraguay. En una disputada llave de ida, ambos equipos no se sacaron diferencias y empataron sin goles. Sin embargo, en la vuelta el Cacique sacó su chapa de grande y se quedó con el partido con un contundente 3 a 0.
En una sección especial por la conmemoración de los 30 años de esta histórica hazaña, en DaleAlbo creamos una sección acerca de cómo nuestros lectores vivieron semejante hito. El cuarto testimonio es de Alejandro Huenuqueo, quien recuerda que “al salir del estadio, la misma avenida era pura celebración, la gente que vivía alrededor del estadio salía a la esquina a celebrar con cada uno de los hinchas que venían del estadio”.
En primer lugar, nos relata que “con 9 años viví en el mismo Monumental la ovación de todo un país. Soy de Macul, vivo en Exequiel Fernández, donde el departamento era una sede social recibiendo a los familiares y amigos de Rancagua”.
“No me perdí ningún partido en el estadio y siempre en el mismo sector el que fue por años el preferido, el que es hoy la galería Lautaro. En ese tiempo, todo el sector norte estaba junto”.
“No fui al colegio, las entradas las compró mi papá en la sede de Cienfuegos. En ese entonces Exequiel Fernández era de tierra y pasaban y pasaban buses con hinchas desde distintos puntos del país”.
“Llegamos a las 16:00 al estadio junto a mi padre y mi hermano César nos cuidaba el asiento con mi primo Marcelo Mella (QEPD), el Pepe Tapia de la GB, y ya estaba con mucha gente. La espera fue larga hasta que salió el equipo a la cancha y las bengalas aparecían de todos lados”.
“¿El primer gol? Uf, recordar como mi papá gritaba ese gol y el segundo me hizo llorar, nunca había visto a mi papá gritar y celebrar esos goles. Lo puedo entender, ya que venía de ver una final perdida en el 73 y esa noche era el desahogo para él y para millones de chilenos. Ya con el tercer gol las celebraciones eran enormes, recuerdo las famosas antorchas y una vez terminado el partido venían los miles de globos al cielo seguido de la pirotecnia de una final”.
“Al salir del estadio, la misma avenida era pura celebración, la gente que vivía alrededor del estadio salía a la esquina a celebrar con cada uno de los hinchas que venían del estadio. ¿Mi departamento? Era algo nunca más visto, fue una noche de júbilo y de mucha emoción. Esa jornada no se me olvidará jamás y espero algún día poder volver a repetirlo”, finalizó.