Un día como hoy pero 30 años atrás, Colo Colo alcanzaba el cielo y lograba el mayor hito de su destacada y gloriosa historia: ser campeón de la Copa Libertadores tras vencer a Olimpia de Paraguay. Tal es la hazaña, que hasta el día de hoy ningún otro equipo nacionalha podido replicar lo hecho por el plantel del 91.
En el primer partido de la llave, los albos no pudieron ganar en el Estadio Defensores del Chaco, pero consiguieron un valioso empate. En la vuelta con un Estadio Monumental repleto, los dirigidos por Mirko Jozic derrotaron por 3 a 0 a los paraguayos con un doblete de Luis Pérez y otro de Leonel Herrera.
En una sección especial por el aniversario de los 30 años de la obtención de la Libertadores, en DaleAlbo creamos una sección acerca de cómo vivieron nuestros lectores esta tremenda hazaña. El tercer testimonio es de Héctor Díaz Sánchez, quien recuerda que estaba castigado pero su padre “sabía que a esa cita histórica no podíamos faltar”.
“Colo-Colo jugaba en pocos días la finalísima de la Copa Libertadores, y yo, un niño adolescente que cursaba octavo básico, estaba castigado. Le pedí a mi papá que fuéramos a la final, pero me dijo que no porque estaba castigado. No recuerdo el motivo del castigo, insolencia de adolescente o por algo del colegio, pero yo solo quería ir al estadio. Para peor, me entero de que el día en que se ponen a la venta las entradas estas se agotan en pocas horas. Listo, sería todo pensé, a verlo por TV”.
“Pero mi papá era más Colocolino que yo. Días después de estar agotadas las entradas, él consigue en la sede tres entradas para el sector Caupolicán para la final. No es que yo haya hecho méritos, sino que mi papá sabía que a esa cita histórica no podíamos faltar”.
“Hasta que llegó el día. Día largo de espera para mí que solo iba al colegio. En cambio, mi papá tuvo que ir a trabajar como siempre. Recuerdo en la tarde picar papel de diario para tirar en el estadio. Cada vez faltaba menos para el partido, y mi papá no llegaba a la casa. Hasta que llegó; apurado, cansado, pero motivado por la final. Recuerdo esa caminata al estadio, faltaba una hora para el partido. Vivíamos cerca del estadio, a unas 10 cuadras”.
“Como teníamos tres entradas, vendimos una a un señor cerca del estadio. Este señor, medio desconfiado, quiso entrar con nosotros. El estadio estaba repleto y a Caupolicán ya no dejaban ingresar. Nos dejaron ingresar al sector Océano, quedando ubicados en las escaleras”.
“Faltando 10 minutos para el partido por fin estábamos ubicados. El equipo salió a la cancha, tiré mi papel picado, vi el partido, vi los goles, nos abrazamos con mi papá y celebramos como todo Chile ser Campeones de América. Mi viejito ya no está en este mundo, y esa noche la recordaré eternamente gracias a él”.