En la historia del fútbol chileno, y en el Centenario de Colo Colo, existen nombres que, con el paso de las décadas, quedaron sepultados bajo el polvo del tiempo. Uno de ellos es el de Juan Ibacache Pizarro, un arquero nacido en Cabildo que inició su camino bajo los tres palos a los 12 años, defendiendo los colores del pequeño club Liverpool de su localidad.
En 1917, con apenas 17 años, las Fuerzas Armadas lo incorporaron a un equipo militar, cautivados por su talento como guardameta, aunque aún no tuviera la edad para el servicio obligatorio. Su calidad lo llevó a ser titular en la selección del Regimiento Buin y, poco después, a instalarse definitivamente en Santiago, aunque todavía encontró tiempo para jugar por el Cemento Melón de La Calera.
Fuera de la cancha, Ibacache trabajó como linotipista (más adelante se explica lo que es) en importantes medios como El Diario Ilustrado, La Nación y Los Tiempos, llegando a ser capitán de la Selección de la Liga Periodística. Pero su gran salto lo dio gracias a sus atajadas: Carlos Cariola, figura clave del fútbol de la época, lo fichó para los “Albos” en 1928. Allí se mantuvo hasta 1932, llegando incluso a vestir la camiseta de la Selección Chilena en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928.
La competencia bajo los tres palos fue feroz. Según cuenta Sebastián Salinas en su libro “Por empuje y coraje”, Ibacache protagonizó una verdadera batalla por la titularidad con porteros como Loézar, Rehbein e, incluso, con Roberto Cortés, arquero histórico de Colo Colo y del fútbol nacional. Esa pugna elevó el nivel del equipo y mantuvo la exigencia al máximo.
La salida de Juan Ibacache de Colo Colo
Pese a sus condiciones, su final en el conjunto fundado por David Arellano no tuvo el mejor término. Es que, en la gira a Perú que hizo Colo Colo en 1932, no fue incluido en la lista de viajeros, aunque tenía el nivel para ser considerado. Esto hizo que tomara la decisión de partir, nada más, ni nada menos que a Magallanes.
La Academia pagó 1.000 pesos de la época por su pase para que se integrara al plantel y debutara en el primer torneo profesional de la historia. Obviamente, respondió a sus credenciales y fue campeón en 1933 y, al año siguiente, repetiría el título con el Manojito de Claveles.
Tras colgar los guantes, dejó atrás la vida futbolística para seguir con su trabajo habitual. Según averiguó Salinas, se jubiló en la Caja de Empleados Públicos y falleció en 1979, dejando un legado silencioso, pero imborrable, en las páginas doradas de nuestro deporte. Hoy, sus restos descansan en el Mausoleo de los Viejos Cracks de Colo Colo.
¿Qué es un linotipista?
Un linotipista es la persona que opera una linotipia, una máquina que compone texto para imprimir, formando líneas completas de caracteres en una sola pieza. La linotipia fue una innovación importante en las artes gráficas, ya que reemplazó el trabajo manual de componer texto letra por letra. El trabajo del linotipista requería tanto habilidad técnica como conocimiento de tipografía y gramática.