A lo largo de los cien años de Colo Colo han pasado numerosos jugadores que han marcado huella. Victorias, títulos y un legado imborrable en un Centenario que conmemoramos con otro cariz después de lo ocurrido el 10 de abril de 2025. Pues bien, recordando jugadores, podemos mencionar a uno que, quizás no es tan reconocido, pero que marcó una situación bastante particular.
Hablamos de Óscar Montalva, el Negro. Nacido el 6 de agosto de 1938 (falleció en Melbourne, Australia en 1997), fue un defensor que salió del club de barrio Flamengo y llegó a la segunda infantil de Colo Colo en el año 1952, club en el que defendió por toda su carrera, hasta su retiro en 1969. Si bien su puesto natural era el de central, donde más destacó fue como lateral derecho, por expresa petición del técnico Hugo Tassara.
Campeón con el Cacique en 1963, es recordado por su tenacidad, caballerosidad y por ser un virtuoso en la zaga. En dicho torneo disputó los 34 partidos del campeonato, siendo un eje fundamental a la hora de defender, producto de su inteligencia táctica y de su preparación tanto dentro como fuera de la cancha.
Montalva era un prometedor defensa nacional, destacó siempre por su talento, carácter y nobleza. Siempre apuntó y estuvo en la órbita de la selección chilena. Incluso, fue parte de los primeros 45 nominados de Fernando Riera para el Mundial de 1962, compartiendo con figuras de la talla de Leonel Sánchez, Fifo Eyzaguirre, Tito Fouilliuox, entre otros.

Óscar Montalva con la camiseta de la selección chilena. | Imagen archivo.
Óscar Montalva: El jugador que nació dos veces en Colo Colo
Cuando todo parecía encaminarse a un futuro brillante y ser una de las figuras en el fútbol chileno, su carrera se vio truncada por una complicada enfermedad. Según contó el mismo Montalva en la Revista Estadio, “primero fueron dolores de estómago, luego malestares más fuertes y odiosos. Pocos se daban cuenta cómo salía corriendo de la cancha para llegar al camarín y vaciar mi descompostura. A veces jugaba con la terrible preocupación de que me sucediera aquello en la cancha”.
No fueron pocos los que manifestaron que sus malestares y problemas estomacales se debía a los nervios. Pero él mismo contó que el campeonato de 1960 no pudo terminarlo. Detalló que “me iba a la cama, estaba un par de días y me levantaba. Así jugué con la Católica y Santiago Wanderers. Cuando uno es muchacho no cree en la necesidad de cuidarse de enfermedades porque confía en su vitalidad para recuperarse de todo. Además, yo quería triunfar, necesitaba terriblemente salir adelante”.
Resulta que “la nerviosidad” que le era apuntada a Montalva, se trataba de una complicada hepatitis infecciosa, enfermedad que ya había matado a otro futbolista y terminado la carrera de Manolo Álvarez. Pero Montalva no tuvo atenciones y él lo sabe, por eso contó en Estadio que para el fútbol “nació dos veces”. La primera en 1952 cuando llego a la segunda infantil de Colo Colo y la otra fue a fines de 1962 cuando por fin comenzó a sentirse más cómodo en la cancha”.

Óscar Montalva es el primero de arriba en Colo Colo 1965. | Imagen archivo.
La historia de Óscar Montalva en Colo Colo
Montalva rememoró en su momento que llegó como central, pero que le faltaba estatura y reciedumbre para el puesto. Por eso, explicó que “don Hugo Tassara me hizo back-wing (lateral) y creo que acertó. Estaba bien encaminado cuando vino eso del hígado. Con la hepatitis se pierden voluntad, rapidez, reflejos, fuerza. Mi drama es que me daba cuenta del proceso que se iba operando en mí, cómo iba decayendo. Lo peor es que la gente no sabía y yo no podía gritar que me sentía enfermo”.
Se tuvo que alejar del fútbol para tratarse su enfermedad y, por un año y medio, no pudo entrar a la cancha. Pero eso no significó que se durmiera en los laureles. El periodo que estuvo afuera aprovechó de terminar el sexto de humanidades y trabajar para ayudar a su madre. No sólo eso, sino que se adentró en la táctica del fútbol y comenzó a ver cosas que otros, a su edad, no veían.
De hecho, una vez que volvió a las canchas y sabiendo sus limitantes físicas por su condición, reveló que gracias al periodo que estuvo fuera, debido a sus estudios y análisis, “me coloco mejor de manera de llegar a tiempo con menos esfuerzo. Aprendí a estudiarme, a sacar conclusiones de cada partido. Por ejemplo, en Rancagua perdí seis pases; contra Unión Calera sólo cuatro. Analizo cómo y por qué se me fue el wing, cuando estuve a destiempo para hacer una posta, para cerrarme al área; en fin. Cuando temí no poder jugar más, no perdí el tiempo: me jugué muchos partidos por mi cuenta, me imaginé toda clases de jugadas, de problemas y los resolvía en la mente. Un ejercicio que ahora realizo en la cancha y con buenos resultados, me parece”.

Óscar Montalva en Colo Colo. | Imagen: Revista Estadio.
La motivación de Montalva para su renacer en el fútbol
La cuestión es que, para el Negro, el fútbol lo era todo y, por lo mismo, nunca quiso abandonar su sueño. Según reveló en su momento, “para muchos, el fútbol es un medio no más; para mí era un fin. Había visto muchas cosas tristes y feas en mi infancia. Cuando yo tenía cuatro años, mi madre quedó sola a cargo de nueve hijos. Cuando empecé a jugar y comprendí que tenía porvenir, edifiqué mi futuro y el de los míos sobre esa base. Algún día mi madre no tendría que trabajar más; por lo menos a los hermanos que alcanzaran, yo les daría educación y bienestar. Mis hijos no sufrirían lo que habíamos nosotros”.
Por eso él creyó en su momento que volver al fútbol fue como nacer por segunda vez. Podía demostrar su talento, poner en práctica sus estudios y, más encima, tenía la oportunidad de ayudar a su familia. Incluso, sabía que “es posible que nunca llegue a ser lo que pareció que pude ser, pero estoy recuperando el tiempo perdido (…) Como ya la gente se quedó con la idea de que fracasé, no advierte lo que yo advierto: que pienso mejor, que no hago cosas de más, que trato de simplificar mi juego, de entregar bien la pelota”.

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Montalva nunca perdió su esencia: la sonrisa amable, la conducta respetuosa, el compañerismo. Había vivido demasiado para no valorar cada minuto de juego, cada momento de salud. Se convirtió en un defensor confiable, equilibrado, y en un ser humano íntegro, que no permitió que la enfermedad, la pobreza ni el olvido lo derrotaran. Ejemplo de valor, ¿no?