La tensión que se vive al interior del directorio de Blanco y Negro ha escalado a niveles preocupantes y dejó nuevamente en evidencia la profunda fragmentación que existe en la concesionaria que administra a Colo Colo. La decisión de negociar la salida del entrenador Jorge Almirón, votada por estrecho margen en una reunión extraordinaria del pasado martes, fue solo la punta del iceberg de una guerra interna que amenaza con desestabilizar aún más a la institución.
Una votación que expuso el quiebre en Colo Colo
La reunión de directorio terminó con una votación 5-4 a favor de iniciar conversaciones para terminar el vínculo con el técnico albo. Esta decisión dejó en evidencia la existencia de tres bloques bien definidos: el bloque Mosa (Aníbal Mosa, Eduardo Loyola y Aziz Mosa), el bloque Vial-Ruiz-Tagle (Alfredo Stöhwing, Carlos Cortés, Ángel Maulén y Diego González) y los representantes del Club Social y Deportivo Colo Colo (Edison Marchant y Edgardo Ugarte).
Los votos decisivos para avanzar en la negociación con Almirón provinieron del bloque Mosa y los representantes del CSD Colo Colo, dejando en minoría al sector liderado por Alfredo Stöhwing. Lo curioso —y contradictorio— fue lo que ocurrió después.
Una guerra fría que se hace pública
A pesar de haber quedado en minoría, fue Alfredo Stöhwing quien comunicó públicamente que el directorio había decidido buscar la salida del entrenador, pero acto seguido aclaró que su bloque no estaba de acuerdo con esa determinación.
Además, apuntó directamente a Aníbal Mosa como el responsable de la situación que vive el club. Este accionar no solo expuso a Mosa, quien se vio obligado a ratificar la decisión públicamente, sino que también generó la primera gran traba en la negociación: Jorge Almirón supo, por los medios, que querían despedirlo y que no había consenso para hacerlo.
El técnico, amparado en esta división, endureció su postura, consciente de que existe un sector importante del directorio que respalda su continuidad y que ya conoce los montos que se manejan para su indemnización, que fluctúan entre los 800 mil y 1,1 millones de dólares. Además, el DT tiene la convicción de poder revertir el escenario deportivo.
Morón, otro foco de tensión
Otro elemento que generó escozor en el directorio fue la filtración de la intervención del gerente deportivo Daniel Morón, quien defendió la permanencia de Almirón. Lo llamativo es que Morón llegó a la gerencia deportiva con el respaldo del CSD Colo Colo y del propio Mosa, pero en esta instancia su postura fue contraria a la de quienes lo promovieron al cargo. Esto generó un nuevo punto de tensión y evidencia que ni siquiera en los cargos ejecutivos hay un frente común.
La cancha también habla
En paralelo, el rendimiento deportivo ha sido pobre: Colo Colo quedó eliminado de la Copa Libertadores, la Copa Sudamericana y la Copa Chile, quedando solamente el Campeonato Nacional como único objetivo de la temporada. Y ahí, otro frente de conflicto se abre: el poco espacio que el técnico le ha dado a la cantera, algo que desde el CSD Colo Colo se ha criticado con dureza.
El ejemplo más reciente ocurrió en el partido ante Unión Española, cuando el juvenil Francisco Marchant, de buena actuación, fue reemplazado inmediatamente después de cumplir los minutos reglamentarios sub-21, lo que fue interpretado como una señal clara de desconfianza hacia los jugadores formados en casa.
Una despedida en silencio
Los gestos del entrenador también dicen mucho: frente a Unión Española, Almirón no usó la indumentaria del club, salió vestido completamente de negro, se despidió del público con gestos llamativos y si bien asistió a la sala de prensa, no respondió preguntas.
Solo dijo que lo hacía para evitar una multa a él o al club. Acto seguido, se retiró. En camarines se le vio acompañado por Carlos Cortés y Alfredo Stöhwing, quien nuevamente aseguró que quería que el técnico siguiera. Palabras que contrastan con lo votado por la mayoría del directorio y que continúan enturbiando las negociaciones.
CSD Colo Colo y Mosa alineados por la salida del DT
Antes del partido, el presidente del CSD Colo Colo, Edmundo Valladares, reafirmó la postura de su bloque: buscar la salida de Almirón. Una visión que comparte el actual presidente de Blanco y Negro, Aníbal Mosa. Ambos están en la misma vereda en este tema, en clara contraposición con el bloque Vial-Ruiz-Tagle, que ha actuado como un verdadero frente de oposición sistemática.
La otra batalla: los estados financieros
El conflicto no termina en la continuidad del entrenador. En la última junta de accionistas, el bloque Vial-Ruiz-Tagle rechazó los estados financieros de la sociedad, en lo que fue interpretado como una estrategia para desestabilizar la gestión de Mosa. En los próximos días estos estados deberán ser presentados nuevamente y todo indica que el bloque opositor volverá a rechazarlos, con la intención de buscar la salida de Mosa de la presidencia.
Violencia en el directorio: una pelea que llegó a tribunales
Las tensiones han escalado incluso a episodios de violencia. A principios de año, se registró una pelea entre Aníbal Mosa y Carlos Cortés que terminó en tribunales. Mosa constató lesiones y acusó a Cortés de haberlo agredido físicamente, dejando en evidencia que las diferencias dentro de Blanco y Negro no solo son ideológicas o estratégicas, sino que han llegado a niveles personales preocupantes.
Los bloques se sabotean
Lo cierto es que gran parte del caos que vive Colo Colo tiene como protagonistas al bloque Vial-Ruiz-Tagle, que ha optado por rechazar todo lo que venga desde la vereda de Mosa. Esta postura de obstrucción permanente no solo ha afectado la gobernabilidad de Blanco y Negro, sino que ha repercutido directamente en la estabilidad del club, del cuerpo técnico y del plantel.
Mientras los dirigentes siguen enfrascados en disputas internas, Colo Colo continúa navegando en la incertidumbre. Y en el año de su centenario, el Cacique parece más necesitado que nunca de unidad, claridad de rumbo y compromiso institucional.