Una de las malas noticias que tuvo Colo Colo en su primer partido de post temporada ante River Plate, fue la lesión que sufrió Vicente Pizarro tras chocar con Pablo Solari. Una rotura parcial de ligamento cruzado posterior de su rodilla derecha lo sacó de la cancha y lo tuvo con una recuperación bastante larga en estos meses de vacaciones.

En medio de esta recuperación, el Vicho conversó de lo humano y lo divino con LUN y contó detalles de su infancia, su relación con el colegio, sus primeros días en Colo Colo y cómo ha llevado su vida en torno al fútbol, actividad muy demandante y que conlleva muchos sacrificios.

Los primeros días de Vicente Pizarro en Colo Colo

“Mi mamá era la que me carreteaba a los entrenamientos todos los días, no mi papá. A los nueve años, hubo una prueba en Colo Colo con un grupo pequeño y fui a ver si quedaba. Jugué y tres semanas después me llamaron para decirme que había quedado. Jugaba de puntero izquierdo o de volante por la izquierda porque soy zurdo”, comenzó contando el crack albo.

La etapa escolar, en un principio, no fue fácil para la familia. Según señala Pizarro, “fue pesado, pero para mi mamá, que era la que me llevaba todos los días al Monumental. Yo salía las cuatro de la tarde del colegio (que está en Vitacura) y los entrenamientos empezaban a las cuatro y media. Mi mamá consiguió que pudiera salir diez minutos antes, me subía al auto y en el trayecto me iba comiendo una colación y cambiándome de ropa”.

“Yo me bajaba del auto y me metía de inmediato a la cancha. Terminado el entrenamiento, de vuelta a la casa, en el trayecto me iba haciendo las tareas del colegio y tratando de estudiar. Llegaba a la casa a comer y a acostarme no más”, complementó.

Vicente Pizarro no pudo dar la PSU

El futbolista de 20 años, además de ser un crack dentro de la cancha, lo es fuera de ella. Terminó sus estudios con un promedio 6,1 y se inscribió para dar la PSU, sin embargo, no fue a darla. Es que "ya estaba en el primer equipo y justo me pusieron entrenamiento”. Eso sí, señala que, de no haber sido jugador profesional, habría estudiado educación física porque solo me gusta el deporte”.

Con toda una vida por delante, Vicente Pizarro está feliz y chocho por su presente. Es que, según cuenta en la charla que tuvo con el periódico, “ya cumplí el sueño que tenía cuando chico: jugar en Colo Colo, sentir a la hinchada y ser campeón”.

Los sacrificios familiares de Vicente Pizarro

La vida de futbolista no solo alcanza al jugador como tal, sino que se extrapola a todo su círculo. Ausencia en fiestas importantes, lesiones, lo mediático, todo repercute en el entorno del jugador y, en este caso no es la excepción.

Por lo mismo, Pizarro cuenta que, de ese tema, ha conversado harto con Andrea Contreras, su polola. “Ella sabe que no transo en mis horarios y en mis descansos. Muchas veces, en vez de salir, aunque sea a comer a alguna parte, le digo que mejor nos quedemos en la casa porque el descanso es parte de mi entrenamiento”.

“Ha ido entendiendo de a poco, porque no es fácil. Estamos pololeando hace tres años, estudia kinesiología, y nos conocimos en el Bradford, donde claramente no hay esa conciencia de cómo es la carrera de un futbolista. Andrea empezó a ir al estadio y no entendía eso de que cuando salíamos mucha gente se acercaba a pedirme autógrafos o selfies. También le tuve que explicar que este año opté por no salir de vacaciones porque quise recuperarme de mi lesión. Ella lo entendió y claro, si quiere salir, lo hará sin problemas”, finalizó.