Una verdadera leyenda de Colo Colo es Jorge Toro. El jugador, surgido de las divisiones inferiores del club, debutó en 1958 y su talento deslumbró tanto que solo tres años después, con 23 años, fue la principal figura de Chile en el Mundial de 1962. Fue elegido el mejor volante del torneo.
Fue tan grande su impacto que fue el primer jugador chileno en ser comprado desde el fútbol italiano. Fichó por el Sampdoria. Repartió talento durante ocho años previo a retornar a Colo Colo. Su vuelta no fue la mejor. Solo pudo jugar ocho partidos, pero tras ello siguió su carrera en Chile hasta 1976.
Hoy, lamentablemente, su situación está muy lejos de ser la óptima. Desde 2017 que se ha visto aquejado por una leucemia que le ha generado otras complicaciones de salud. Hace unas semanas debió ser hospitalizado y en las últimas horas se dio a conocer un agravamiento de la situación.
Se encuentra en el Quisco, acompañado de su familia. Ha recibido ayudas por parte de la Municipalidad y también desde Colo Colo. Pero pese a los constantes cuidados, la situación no ha mejorado. De hecho, según averiguó Bio Bio, recibió la unción de los enfermos por parte del párroco de la localidad.
Las complicadas semanas de Jorge Toro
El presbítero Cristian Moya Huerta, párroco de la parroquia san Juan Evangelista de El Quisco, fue el encargado de apoyar al mundialista. Además, está acompañado de su esposa Matilde y sus hijos. También lo han visto diversos cercanos del mundo del fútbol.
Hace unas semanas, su propia esposa relató a El Mercurio el calvario por la salud de Torito. “Jorge no ha estado bien, esa es la verdad. Se operó hace un año de la próstata, y siempre está delicado. Está bien cuidado, pero eso también significa mucho esfuerzo, porque siempre hay que estar atentos a él, incluso de noche”, contó.
“Nos venimos a la playa, porque la casa aquí es de un piso y eso ayuda en su movilidad. Hay que trasladar todas sus cosas, en eso nos ayuda Colo Colo y el alcalde de El Quisco siempre está pendiente, todos nos ayudan. El sábado nos mandaron una ambulancia”, agregó.
En tanto que César Vaccia, quien trabaja como encargado de deportes en el municipio de El Quisco, destacó que “es un ídolo y hay que cuidarlo. La idea es apoyar en todo lo que se pueda, económicamente y en servicios de Cesfam, ambulancia y todo lo que se necesite”.
A sus 85 años, Jorge Toro es uno de los siete jugadores que se mantienen con vida de esa gloriosa generación, que alcanzó uno de los más grandes hitos de nuestro deporte. El resto son Sergio Navarro, Luis Eyzaguirre, Adan Godoy, Humberto Cruz, Braulio Musso y Manuel Astorga.
¿Merece Jorge Toro una estatua en el Monumental?
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