Un 10 de agosto de 2009, con 66 años nos dejaba el gran Francisco Valdés, uno de los ídolos más importantes de la historia de Colo Colo y por casi cuatro décadas el máximo goleador de Primera División con 215 goles, pese a ser volante.
Su huella en el club es imborrable, siendo el segundo mayor artillero del club con 205 goles, sexto jugador con más partidos (412), finalista de Copa Libertadores con el inolvidable equipo de 1973.
Su calidad humana era aún más grande que su talento. En plena dictadura militar se enteró que los futbolistas Hugo Lepe y Mario Moreno estaban detenidos, por lo que fue personalmente a hablarle a Augusto Pinochet. En años donde atreverse era difícil, le exigió que si no los sacaba el sería el peor enemigo de su gobierno. Ambos jugadores fueron puestos en libertad.
Incluso, existen versiones de que tuvo el mismo gesto con muchos socios y dirigentes de Colo Colo. Fue un opositor al régimen de Pinochet y muy solidario con los que él consideraba camaradas de su misma causa.
Fue encontrado sin vida producto de un infarto agudo al miocardio. A pesar de todo lo que le dio al club, Chamaco falleció en medio de la peor de las ingratitudes. Jamás recibió un homenaje en vida y cuando intentó acercarse a la institución nunca le devolvieron el llamado.
No sólo eso, cuando fue atendido ni siquiera lo reconocieron: “¿Yde qué empresa es señor Valdés?”, le dijeron, a lo que el ex volante respondió“no, soy Valdés, el Chamaco Valdés”. Posteriormente no supo nada más.
Pero la gente no olvida. Los homenajes tras su muerte se multiplicaron como uno de los minutos de silencio más conmovedores que se hayan visto en el Estadio Monumental. Aunque lo más noble es la estatua que le hicieron un grupo de hinchas y socios de Colo Colo.
A 11 años de su adiós, la admiración y aprecio por su legado se vuelve más grande, incluso para quienes no tuvieron la fortuna de verlo jugar. La estatua en su honor está lista y pronto veremos como se levanta con todos los honores que merece un ídolo de su estatura. Chamaco inmortal.