Cuando Marco Antonio Etcheverry llegó a Colo Colo se hizo notar de inmediato a base de buen fútbol y su depurada zurda. El Diablo fue pieza clave en la obtención del título de 1993, además de ser el líder futbolístico de su selección que clasificaba por primera vez a un Mundial.

Sin embargo, cuando pasaba su mejor momento tuvo el infortunio de cortarse el ligamento cruzado en un Superclásico cuando estaba figura. Patricio Yáñez derribó a Mariano Puyol, quien lamentablemente cayó con todo su peso sobre el boliviano.

 

El momento no pudo ser peor, ya que el tiempo de recuperación ponía en duda su presencia en la Copa del Mundo, por lo que tuvo que comenzar un arduo trabajo para poder llegar. En conversación con DaleAlbo, el ex volante recordó ese suceso y no guarda rencores a Puyol.

“Al otro día me llamó cuando fue la cirugía. Me volvió a llamar, me dijo que le gustaría ir a saludarme, pero él sabía que no era lo ideal, porque la gente tenía una complicidad muy linda conmigo, era seguro que la gente no lo iba a tomar de buena manera. No fue con mala intención, es Dios que te pone pruebas. Me dio tantas cosas, pero quería probarme a cómo podía reaccionar a una lesión de esa magnitud”, reconoció.

Contó también como fue el duro proceso para recuperarse contra el tiempo, donde admite haber sufrido con la ansiedad y el miedo a no volver a jugar como antes de aquel clásico.

“Entrenaba doble turno, y pagaba particular, tenía tres turnos y no me alcanzó. Llegaba a las once de la noche, a las dos de la mañana, estaba haciendo abdominal. Fue dura mi recuperación. A los tres días ya estaba con psicólogos, no podía dormir, no sabía si iba a volver jugar, se me pasaba de todo por la cabeza. Ese día me colocaron un yeso abierto, tenían que esperar que baje la inflamación de la rodilla. Difícil fueron todas las noches antes de la cirugía, tuve muchos miedos de volver a jugar”, profundizó.

Sus esfuerzos estaban centrados en cumplir su anhelo de jugar un Mundial de 1994, pero lamentablemente fue expulsado a los 5 minutos de su debut y no pudo sumar más. “En siete meses sólo entrené una vez, si hubiera estado en otras condiciones habría tenido otro desempeño, pero no estaba para jugar. Fue irresponsabilidad mía, estaba sana mi rodilla, pero no estaba para jugar. En cuanto a la jugada, el árbitro podía haberme sacado amarilla, la roja fue injusta, pero así es el fútbol”, agregó.

La gran pena del Diablo Etcheverry pasa cuando se imagina lo que pudo haber sido su carrera si no hubiera sufrido esa lamentable lesión, la que reconoce como lo peor que le pasó. “Lo de Estados Unidos no fue algo malo, es más la rabia personal que hay porque me lesioné antes. Lo que más me dolió fue mi lesión, la expulsión no pasa nada. La lesión me marcó para toda la vida, podía ser de otro nivel”, completó.