Aníbal Mosa dio una noticia sacudió a todo el medio futbolístico con la salida de Esteban Paredes y otros históricos de Colo Colo, una noticia que sin duda tocó la fibra sensible de muchos hinchas que ya comienzan a extrañar al que es considerado el último ídolo de la institución. Se va con 198 goles y 311 partidos jugados, además de cuatro torneos nacionales, dos Copa Chile y dos Supercopas.

Su última temporada en el Cacique no fue la deseada, pero su grandeza no puede ser olvidada, especialmente, por todos los esfuerzos que hizo para volver al Monumental tras su bullada salida a mediados del 2012 por diferencias con el bloque Vial. Era titular en México, ganando el doble o más de lo que iba a percibir en los albos, pero siempre estuvo disponible para el club de sus amores.

Esteban Paredes sentía que aún no había logrado mucho en el Popular que en esos años enfrentaba otra crisis deportiva que llevaba cinco años sin ganar títulos. Finalmente, se concretó su regreso de la mano de Héctor Tapia como DT y de inmediato se puso metas: Elegí la camiseta 30 porque este año vamos a levantar la (estrella) 30”, dijo en la presentación de su regreso.

Y vaya que cumplió, no sólo ganaron ese campeonato, sino que el Tanque rindió de inmediato, proclamándose goleador del torneo con 16 goles. Aunque cumplió con su objetivo jamás se relajó, corrió más que muchos jóvenes, marcó diferencias en partidos importantes y siempre entrenaba para mantenerse vigente, todo con el fin de silenciar las dudas de los dirigentes que no confiaban en él.

No dejó de inflar las redes, al punto de volverse un especialista en clásicos, ya que es el máximo verdugo histórico de Universidad de Chile, elenco con el que nunca perdió desde su vuelta. Pero también logró algo que parecía imposible: superar la marca goleadora de Francisco Chamaco Valdés.

La manera en la que rompió ese récord fue digno de un guion de película, ya que lo hizo precisamente ante la U y en el Estadio Monumenal, ante sus hinchas que desgarraron sus gargantas coreando su nombre tras aquel agónico triunfo por 3-2.

A pesar de perder protagonismo en este torneo, influenciado por sus molestias físicas, siempre demostró la personalidad que se le pide a un jugador de Colo Colo: garra, amor propio, fobia a la derrota y de mucha grandeza deportiva.

Cuando volvió iba encaminado a los 34 años, muchos apuntaban que sólo venía a cerrar su carrera, pero les demostró lo contrario. Prueba de ello no son sólo sus goles, sino que siguió siendo considerado en la selección chilena, incluso, en partidos oficiales.

Esteban Paredes no es un jugador cualquiera, es un depredador del área, talentoso en su posición, hincha acérrimo, competitivo, ganó títulos que levantaron la alicaída moral del hincha, pero lo principal y que no se ve en la estadística, es que dejó todo por estar en el club. Merece un sitial alto, digno de un ídolo, y sólo podemos darle las gracias por tantas alegrías, pero ojalá, ante un Monumental repleto.