Marcelo Espina lleva poco más de un año en su cargo y desde el primer día sostuvo que quería bajar el promedio de edad del plantel y reducir la cantidad de jugadores, ya que lo consideraba muy abultado. Esto con el fin de darle rodaje a la chimenea y así pensar en un equipo con muchos canteranos de cara al centenario del club.

 

Siempre dijo que esta etapa es un trabajo a largo plazo, algo con lo que coincidió el jefe de cadetes, Ariel Paolorrossi, por lo que es muy apresurado hacer todavía una evaluación de si este plan dará frutos, ya que siempre ha quedado demostrado que el proceso formativo que se apura, sale mal.

Por esta misma razón, los refuerzos deben ser elegidos con pinzas, que garanticen un buen rendimiento casi de inmediato y puedan equilibrar las falencias del plantel en los últimos años que son la dependencia goleadora de Esteban Paredes, la falta de un lateral izquierdo y refrescar la zona media.

En este punto, la gestión de Espina aún está al debe, donde sólo Esteban Pavez y Pablo Mouche han rendido con regularidad, pero el primero fue vendido al fútbol árabe.

 

Hubo casos como el de Danny Pérez y Juan Carlos Gaete que ni siquiera alcanzaron a debutar. El primero fue una apuesta de cara al futuro, pero no jugó ni siquiera en la sub 19 y el segundo no se sintió mentalmente preparado para defender al Cacique y terminó siendo vendido.

Tampoco ha podido dar con un lateral izquierdo. Trajo a Damián Perez, Ronald De la Fuente, y Cristian Gutiérrez, pero en las últimas fechas, Mario Salas ha preferido volver a cambiar de perfil a Óscar Opazo.

Ni hablar de los delanteros. Lucas Barrios era un nombre que generaba consenso popular, regresó con bombos y platillos, pero su rendimiento estuvo lejos de lo esperado y se fue por la puerta de atrás.

Javier Parraguez y Andrés Vilches, son muy cuestionados por los hinchas y entre los dos, suman los mismos goles que el Paredes que menos ha jugado desde su retorno a los albos. Pero no sólo su escaso aporte goleador les ha valido críticas, sino que en cancha cuesta encontrarles una labor silenciosa como presionar la salida rival o llevarse marcas.

Gabriel Costa y Marcos Bolados merecen otra evaluación. El primero a pesar de no tener un rendimiento parejo, es el goleador de Colo Colo este 2019 y el segundo ha jugado poco por su operación de meniscos y sólo este semestre ha tenido un destape. En tanto, Cristián Gutiérrez, Darío Melo e Iván Rossi, llegaron de emergencia para cubrir los lugares de jugadores lesionados.

Otro caso es la demora en la toma de decisiones. Este semestre se quiso apostar con lo que había, a pesar de la partida de Esteban Pavez y que el propio Mario Salas dijo en muchas ocasiones que había que reemplazarlo. Carlos Carmona tiene innegables pergaminos, pero es un error especular con el físico de un jugador que lamentablemente sufre problemas crónicos y creer que podría aguantar sano todo el semestre.

A pesar de que tuvieron tres meses para reforzarse y de que faltaban nombres en el mediocampo, se buscó contra el tiempo y cuando la UC ya estaba a diez puntos, con refuerzos calados. Sólo llegó Rossi, quién tiene para aportar, pero por su inactividad todavía necesita adaptación. 

Las fallas siempre existirán y quizás no se logre el objetivo de ser campeón esta temporada, pero es todavía muy pronto para hacer una evaluación de su cargo, en un año no se verán cambios. Hay que valorar que por primera vez existe un proyecto y que todavía debe solucionar errores de las administraciones pasadas.

En la UC todos pidieron la cabeza de Buljubasich por años y ahora parece un ejemplo de gestión deportiva. Sólo el tiempo dirá si Espina siguió el camino correcto, pero en instituciones como Colo Colo siempre está la obligación de ganar y había maneras de hacerlo sin descuidar el plan original.