Hace unos meses comentamos acerca del negativo balance de los refuerzos que trajo Marcelo Espina cuando cumplió su primer año en la gerencia deportiva de Colo Colo, donde la gran mayoría no rindió y hubo una evidente demora en la toma de algunas decisiones que al final dejaron una sensación amarga entre los hinchas.

 

Al haber quedado fuera de la discusión por el título antes de finalizar agosto, el ex volante ya había realizado un estudio de lo que necesitaba el plantel. Pero para conseguir nombres de peso, el equipo necesitaba asegurar su presencia en Copa Libertadores, un torneo que seduce a los jugadores y también garantiza una importante entrada de recursos.

Primero aseguró la renovación de varios de los veteranos del plantel, pero rebajando sus pretensiones con tal de disponer de más espacio salarial para reforzarse y reflejando el compromiso de estos jugadores con el club. Sin embargo, tuvo que afrontar decisiones impopulares como la no continuidad de Jaime Valdés y Jorge Valdivia, dos de los más talentosos del equipo.

Con el Chile 2 asegurado, el Calamar no perdió el tiempo y mientras el plantel estaba de vacaciones, aseguró las llegadas de cuatro nombres calados para el torneo nacional como César Fuentes, Miguel Pinto, Matías Fernández y Leonardo Valencia. No hay recuerdo de cuando los albos comenzaron la pretemporada con tantos refuerzos.

Fuentes fue pedido expresamente por Mario Salas. Es un jugador que llega en plenitud gracias a sus 26 años, de rendimiento confiable, equilibra al equipo con su despliegue, otorga buena salida y remate de distancia.

Pinto es un portero que genera resistencia por su pasado, pero tiene experiencia en copas internacionales, jugó eliminatorias y fue a un Mundial. Leo Valencia es un jugador técnico que llega en gran condición (29 años), desequilibrante en ofensiva, de buen pase y pegada, especialista en balones detenidos (algo que no tenía Colo Colo), puede jugar de enganche o extremo y llega con el ritmo de una liga tan poderosa como la brasileña.

A Matías no lo vamos a descubrir. Pese a su irregularidad en Junior, el 14 mantiene intacto su buen pie y pegada, es un profesional que se entregará al cien por el club de sus amores y si se mantiene sano, tendrá mucho para aportarle todavía al equipo.

Lo mejor es que los consiguió como futbolistas libres, por lo que fueron negociaciones más sencillas y todavía disponía de buena parte del presupuesto aprobado para fichajes, por lo que estaba permitido hacer una importante inversión por un centrodelantero calado.

Marcelo Espina era consciente de que el equipo necesitaba goles, ya que la falta de poder de fuego la padeció el año pasado y no permitió cerrar partidos que el Cacique parecía tener controlados. Andrés Vilches y Javier Parraguez simplemente no respondieron y al rescate tuvo que aparecer nuevamente Esteban Paredes, pero muy limitado por sus lesiones.

A eso se suma el hecho de que el Tanque se va a retirar a fin de año y por su edad no puede llevarse todo el peso de la ofensiva de Colo Colo, menos en Copa Libertadores. El equipo debe acostumbrarse a lo que será la vida sin su capitán y bajar la dependencia en su figura.

Lamentablemente, Chile no tiene goleadores y eso lo padece hasta la selección, por lo que el gerente deportivo tenía claro que debía buscarlo en el exterior. Tras la experiencia del año pasado, el Calamar sabía que no estaba para apuestas, necesitaba un nombre calado que supiera lo que es ser goleador en equipos grandesy tuviera recorrido internacional.

El elegido fue Nicolás Blandi, delantero que acaba de cumplir 30 años. Está a plenitud física, definidor por excelencia, con experiencia probada en clubes grandes (jugó en Boca Juniors y era capitán de San Lorenzo), disputó copas y se entiende a la perfección con uno de los mejores jugadores albos como Pablo Mouche.

El 9 era prioridad, pero tras asegurarlo, fueron en busca de un nuevo defensa central. La urgencia surge debido a que Matías Zaldivia recién volverá a finales de febrero y por la veteranía de Barroso (a días de cumplir 35 años) e Insaurralde (cumple 36 en octubre).

Y al elegido lo tienen prácticamente listo. Se trata de Nicolás Díaz, un prometedor central de 20 años de destacada participación en Palestino el 2019, teniendo como premio su convocatoria al Preolímpico. Su llegada también permitirá sumar los minutos sub 21 que exige la ANFP.

Pero con tanto refuerzo que llegó muchos cuestionan que es lo que pasará con el famoso proyecto 60-40 que tanto defendió Espina para justificar la no llegada de jugadores. La respuesta es sencilla, es un plan pensado para el centenario del club (quedan cinco años) y ya fueron subidos algunos jugadores que encabezarán el proceso: Joan Cruz, Vicente Pizarro, Julio Fierro, Alexander Oroz y Luciano Arriagada, todos menores de 17 años y que mostraron cosas interesantes.

Marcelo Espina cumplió una excelente labor, donde con pocos recursos se consiguió un refuerzo confiable por línea cuando quedan todavía 12 días para el inicio del torneo. Puede cometer errores como todo el mundo, pero es un hombre de fútbol, de los que más saben y tampoco se le puede exigir que arregle todo cuando lleva menos de dos años en un cargo que hace un trabajo a largo plazo. De ahora en más, si los refuerzos rinden o no, ya no es su responsabilidad.